En medio del dolor que ha causado el trágico asesinato de Yannelis Casales, joven cubana que perdió la vida a manos de su pareja en Estados Unidos, una ola de solidaridad surgió para repatriar su cuerpo a Santiago de Cuba, su tierra natal.
A través de redes sociales, se inició una campaña para recaudar los más de 16 mil dólares necesarios para cubrir los gastos de traslado y darle una sepultura digna, cerca de sus seres queridos.
Sin embargo, lo que debía ser un gesto de unidad y compasión ha sido opacado por una polémica: su hermano, Yasmany Casales, ha sido visto en redes sociales exhibiendo fajos de dinero y presumiendo la compra de una nueva motocicleta, a la que incluso llama con cariño “mi niña”.
Para quienes seguíamos de cerca esta historia, fue impactante y doloroso enterarnos de que ese dinero que mostraba no era para ayudar con los gastos de repatriación, sino para su propio placer personal.
Aunque Yasmany ha asegurado que la moto fue comprada con su propio esfuerzo y con antelación, muchos consideran que el momento elegido para mostrarla públicamente fue, cuanto menos, insensible.
La controversia no gira únicamente en torno al origen del dinero, sino al mensaje que se transmite. Mientras decenas de personas donaban de su bolsillo —algunas incluso con grandes sacrificios— para colaborar con la causa de Yannelis, su propio hermano mostraba lujos que contrastan brutalmente con el sufrimiento que aún se vive.
Este tipo de actitudes generan desconfianza y podrían perjudicar futuras iniciativas solidarias. Personas que aportaron de corazón hoy se sienten decepcionadas, incluso traicionadas. Una de ellas, que donó 300 dólares, compartió su frustración al ver cómo alguien tan cercano a la víctima parece ignorar el dolor colectivo.
Nadie discute que Yasmany sea una persona luchadora ni que tenga derecho a disfrutar lo que ha logrado por su trabajo. Lo que se critica es el momento y la forma. Presumir una moto en plena campaña de recaudación para su hermana asesinada no solo resulta desafortunado, sino que hiere la sensibilidad de quienes han acompañado esta tragedia con empatía.
Aún hay tiempo para rectificar, guardar respeto y honrar verdaderamente la memoria de Yannelis. La comunidad lo agradecería.
Del perfil de Yosmany Mayeta Labrada
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