Maikel Ponte Herrera, quien estaba recluido en la prisión de Melena del Sur, falleció esta semana a los 40 años, tras enfrentar una aguda crisis de salud que no recibió la atención médica adecuada.
Nacido el 11 de diciembre de 1984, Maikel pasó sus últimos días luchando contra el desinterés y la negligencia de las autoridades penitenciarias, que lo sumieron en un abandono cruel e inhumano.
Durante su encarcelamiento, Maikel inició una huelga de hambre de ocho días en un intento desesperado por llamar la atención sobre su crítico estado de salud. A pesar de sus esfuerzos por hacer que su sufrimiento fuera reconocido, las autoridades de la prisión hicieron oídos sordos a sus demandas.
Su deterioro físico fue progresivo y, en todo momento, las condiciones dentro de la prisión fueron sumamente precarias. Las autoridades penitenciarias no proporcionaron la atención médica que necesitaba, y la desidia de los encargados de su bienestar se convirtió en una condena lenta y dolorosa.
Fue solo cuando su salud alcanzó un punto crítico que se notificó a sus familiares, pero lamentablemente, ya era demasiado tarde. Maikel fue trasladado de emergencia al hospital "Calixto García", donde su estado ya era irreversible.
En una muestra alarmante de la crisis que atraviesa el sistema de salud cubano, el personal médico solicitó 1,000 pesos a su madre para realizarle una intervención que incluía la colocación de un catéter.
Esta situación no solo evidencia la precariedad de los recursos hospitalarios, sino también la corrupción y la falta de ética que aquejan a las instituciones de salud en Cuba.
Maikel Ponte Herrera es una víctima más de un sistema que, tanto en las prisiones como en los hospitales destinados a la población civil, se caracteriza por la falta de atención, maltrato y corrupción.
Su trágica muerte pone en evidencia el dolor que sufren aquellos que están bajo el control de un régimen que perpetúa el sufrimiento y la desesperanza, sin importar la vida de los ciudadanos.
La muerte de Maikel Ponte Herrera no es solo una pérdida personal para su familia y amigos, sino también un recordatorio doloroso de las fallas sistémicas que continúan afectando a los cubanos. El silencio sobre estos abusos y la impunidad con que se manejan, sigue cobrando vidas de manera injusta e irreparable... ¡Prohibido olvidar!
Del perfil de Avana De la Torre
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