En medio de una crisis energética y de transporte que afecta todos los niveles de la vida cotidiana en Cuba, el municipio habanero de Cotorro estrenó esta semana un carro fúnebre eléctrico "como parte de los esfuerzos locales por mejorar"los servicios funerarios.
Aunque el gesto fue anunciado como un avance, la reacción popular en redes sociales osciló entre el sarcasmo, la frustración y la indignación. Para muchos, se trata de otro "parche" en un sistema en ruinas, más símbolo del colapso institucional que solución real.
El nuevo vehículo realizó su primera jornada con dos recogidas a domicilio y tres entierros: dos en el cementerio Santa María del Rosario y uno en Managua, en Arroyo Naranjo. Sin embargo, la noticia no fue recibida con entusiasmo. “Un ataúd con ruedas, pero bueno, es mejor que nada”, escribió un usuario. Otros señalaron con ironía: “Un carro eléctrico en un país sin corriente”.
El deterioro de los servicios funerarios en Cuba ha llegado a niveles dramáticos. Se han documentado casos donde familiares se ven obligados a trasladar los cuerpos de sus seres queridos en camillas de hospital, triciclos eléctricos, carretillas e incluso camiones de carga.
En Manzanillo, una familia usó un camión de mercancías para llevar un féretro al cementerio. En Sagua la Grande, Villa Clara, un triciclo eléctrico fue habilitado como vehículo fúnebre, generando burlas e indignación. En Matanzas, un periodista oficialista denunció no haber podido enterrar a su abuela por falta de combustible, y en Santiago de Cuba, se han reportado entierros en cajas de cartón.
El problema no es nuevo, pero se ha agudizado por la falta de vehículos fúnebres, el deterioro de los que aún existen y la carencia de combustible. En Ciego de Ávila, por ejemplo, solo ocho de los 19 carros fúnebres estaban operativos en febrero de este año. La precariedad general hace que muchos entierros se desarrollen sin la dignidad mínima que deberían garantizar las autoridades.
A esto se suma la desigualdad en el trato. “Para algunos hay cuatro carros modernos, para otros, un cajón con ruedas”, escribió un internauta, aludiendo a que personalidades como Alicia Alonso o Eusebio Leal sí contaron con recursos adecuados para su despedida, mientras el pueblo enfrenta una realidad muy distinta.
Aunque algunos consideran la introducción del carro eléctrico como un paso en la dirección correcta, la mayoría lo ve como un símbolo del absurdo: una solución limitada en un país donde ni siquiera se garantiza un suministro eléctrico estable.
La crisis de los servicios funerarios en Cuba no solo refleja el deterioro material, sino también el desamparo emocional de miles de familias que, en medio del dolor, enfrentan condiciones indignas hasta en el último adiós.
Como lo resumió un comentario viral en redes: “Ni morir se puede con tranquilidad en Cuba”.
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