En un país donde la salud se exhibe como uno de los mayores logros, aún hay madres que entierran a sus hijos no por enfermedades incurables, sino por indiferencia, burocracia y deshumanización.
El medio digital La Tijera refleha hoy el dolor de una madre que exige respuestas y justicia tras la pérdida irreparable de su hija.
La historia que muchos prefieren silenciar: el 6 de diciembre de 2024, una joven de 20 años fue ingresada en el Hospital "Hermanos Ameijeiras" con hemoglobina peligrosamente baja y un cuadro de desnutrición severa.
Se le realizaron estudios, transfusiones y se indicó tratamiento. Sin un diagnóstico definitivo, el 24 de diciembre fue dada de alta “temporalmente”, a la espera de resultados de biopsias. Regresó a su hogar en Rancho Veloz, Villa Clara.
El 14 de enero de 2025, los resultados arrojaron que todo estaba “normal”. La madre, alarmada por el deterioro progresivo de su hija, rogó al gastroenterólogo Dr. Jordy Alonso Soto que la reingresara. Él, desde su escritorio, sin revisar adecuadamente a la paciente, cambió la medicación y la mandó de vuelta a casa. La próxima consulta estaba programada para el 11 de marzo. Dos meses después.
“Doctor, ¡mi hija se me muere!”, suplicó la madre.
“No es celiaquía”, respondió él, desestimando el caso y cerrando la puerta a cualquier posibilidad de actuación urgente.
La joven empeoró rápidamente: ictericia, deshidratación, pérdida total del apetito. Acudieron a su policlínico, donde apenas lograron estabilizarla. Con urgencia, viajaron nuevamente a La Habana. El Hospital "Ameijeiras" le negó la atención por no tener remisión médica. El doctor Soto jamás proporcionó número de contacto ni orientaciones ante una emergencia.
Al día siguiente, en gastroenterología, la respuesta fue inhumana:
“Mamá, no me pongas esas precisas. Si está mal, llévatela para el ´Calixto´.”
En el Hospital "Calixto García", con escasos recursos pero con empatía, la recibieron. Recomendaron trasladarla nuevamente al "Ameijeiras". El Dr. Jordy Alonso Soto se negó: “No hay camas, regresen el lunes”.
Ese lunes nunca llegó. La joven falleció el 7 de marzo de 2025.
"¿De qué murió mi hija?
"Sin diagnóstico, sin atención oportuna, sin humanidad…¡¡¡ Murió de abandono. Murió de un sistema que la dejó sola!!!"
Esta no es una historia aislada. Es el reflejo de una medicina despersonalizada, burocrática y carente de compasión.
Entonces se pregunta esa madre "¿de qué murió mi hija?... ¡Si todas las pruebas dieron negativas! ¡Si no había diagnóstico! Si usted, doctor, no actuó con urgencia ni criterio clínico.
¿De qué murió? ¿De qué murieron tantas cubanas que ustedes abandonan con el sello de “alta médica”?... ¡Murió de abandono. Murió de desidia. Murió de un sistema que está podrido hasta la médula!
ESTO NO ES UN CASO AISLADO.
Es el reflejo de una medicina donde la burocracia y el desinterés han reemplazado la vocación.
Es lo que ocurre cuando los médicos se convierten en funcionarios.
Es lo que sucede cuando el paciente es solo un número y la madre que suplica es solo una molestia en la agenda del consultorio.
Hoy esta madre denuncia. Y con ella, denunciamos todos.
¡BASTA DE IMPUNIDAD!
¡BASTA DE MÉDICOS QUE NO ESCUCHAN!
¡BASTA DE UN SISTEMA QUE NO RESPONDE NI SIENTE!
¡Queremos justicia. Queremos nombres. Queremos responsabilidad!.
Porque una joven de 20 años no debió morir esperando que alguien hiciera su trabajo.
"Donde hay amor por la medicina, también tiene que haber amor por la humanidad."
"Y usted, doctor… le falló a los dos"
Del perfil del Dr. Alexander Jesús Figueredo Izaguirre
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