La represión del régimen de la Habana contra la sociedad civil es el principal impedimento para un acercamiento cauto de Estados Unidos. El gobierno norteamericano condicionó el día de hoy un eventual deshielo, al fin de la política ofensiva del régimen contra los cubanos.
Este pronunciamiento pone sobre la mesa el caso de la cubanoamericana Alina López Millares, condenada a trece años por un presunto delito de espionaje. Sumado a la gravedad de este asunto están las detenciones y golpizas a opositores en la isla. El Secretario de Estado Antony Blinken enfatizó que: “la detención arbitraria en las relaciones entre estados es un problema grave”.
La agresividad del régimen comunista justo al finalizar el mandato de Trump puede ser interpretado como un intento de acumular cartas para una negociación. La dictadura de la isla necesita algo que llevar a la mesa de diálogo con Estados Unidos que no sean cambios radicales en su sistema de control. Para Blinken está claro, que los regímenes totalitarios usan a sus ciudadanos como “una moneda de cambio: un peón humano”.
Estados Unidos sigue como política no negociar con terroristas, la inclusión del gobierno cubano en esta lista cobra todo sentido cuando vemos su actuar negligente. Tal cual el crimen organizado los órganos represivos ponen en cautiverio a personas para luego reclamar rescate en forma de prebendas políticas.
Este tipo de acciones son inaceptables para Estados Unidos. El Secretario de Estado agregó: “Es hora de enviar un mensaje claro a todo gobierno que detenga arbitrariamente a ciudadanos extranjeros y trate de utilizarlos como palanca: esto no será tolerado por la comunidad internacional”.
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