Poco después de ser liberada por las autoridades cubanas, Nelva Ortega, esposa del líder opositor José Daniel Ferrer, ofreció detalles desgarradores sobre el reciente asalto a la sede de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) en Santiago de Cuba y sobre el estado actual de su esposo, quien ha sido devuelto a prisión.
Ortega, también activista y médica de profesión, denunció que durante el operativo llevado a cabo por las fuerzas represivas del régimen, no solo fueron víctimas de detención arbitraria y violencia, sino que además les fueron robados múltiples bienes esenciales para el trabajo humanitario de la organización.
“Se lo llevaron todo”, afirmó Ortega visiblemente afectada. “Medicinas, alimentos, utensilios de cocina, documentos, y hasta ropa para los necesitados. Lo poco que se enviaba desde el exilio para ayudar a la gente con hambre, ellos se lo robaron”. Estas declaraciones se suman a una larga lista de denuncias que exponen el patrón represivo de la dictadura cubana contra opositores pacíficos y organizaciones humanitarias independientes.
José Daniel Ferrer, fundador y coordinador nacional de UNPACU, fue arrestado nuevamente en medio de este operativo.
Su familia asegura que ha sido víctima de tortura psicológica y aislamiento prolongado, violando todos los estándares internacionales de derechos humanos. “Está muy deteriorado física y emocionalmente. Lo están matando lentamente en prisión”, dijo Ortega.
La sede de UNPACU ha sido un bastión de resistencia y asistencia social en uno de los momentos más críticos de la crisis cubana. Su trabajo, centrado en brindar alimentos y medicinas a familias necesitadas, ha sido sistemáticamente criminalizado por el régimen. La oposición, liderada por voces como Sayli González Velázquez, denuncia que la represión ya no se limita a la censura y la persecución, sino que ahora incluye también el saqueo abierto de recursos destinados a los más vulnerables.
“Su revolución es cada vez más asquerosa”, declaró González. “No solo reprimen al pueblo, también le roban la esperanza”.
Mientras tanto, la comunidad internacional sigue sin reaccionar con la fuerza necesaria ante estos atropellos.
La situación de Ferrer, y de tantos otros opositores encarcelados, exige visibilidad, presión diplomática y solidaridad urgente.
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