La breve incursión de Elon Musk en el gobierno de Estados Unidos ha dejado más consecuencias que logros. Desde que asumió un rol especial en la administración de Donald Trump, el magnate tecnológico ha visto erosionarse su imagen pública y su fortuna personal, mientras sus promesas de eficiencia gubernamental apenas se han materializado.
Musk, conocido por liderar empresas como Tesla, SpaceX y Neuralink, fue nombrado este año como figura clave en la Dirección de Optimización Gubernamental y Eficiencia (DOGE), una nueva entidad impulsada por Trump con la misión de reducir el gasto público y aplicar métodos del sector privado a la gestión estatal.
Desde su llegada, Musk no solo participó en reuniones de alto nivel con líderes internacionales y funcionarios del gabinete, sino que también promovió reformas drásticas que incluyeron recortes masivos en agencias federales. Sin embargo, sus intervenciones han generado más rechazo que respaldo.
El multimillonario había prometido reducir 2 billones de dólares del gasto estatal, pero hasta ahora DOGE solo ha logrado un ahorro de 160.000 millones, según sus propios datos. Este modesto avance ha desilusionado tanto a sectores políticos como a la opinión pública. De acuerdo con una encuesta conjunta del Washington Post, ABC News e Ipsos, el 57% de los estadounidenses desaprueba la labor de Musk en Washington, un aumento considerable frente a cifras anteriores.
Uno de los mayores damnificados ha sido Tesla, su buque insignia en el mercado bursátil. Desde su nombramiento en enero, las acciones de la empresa han caído un 33%, arrastradas por una caída en las ventas y el descontento de los inversores ante el creciente desgaste de la imagen del fundador. Esta pérdida bursátil ha significado para Musk una reducción de su fortuna personal en aproximadamente 113.000 millones de dólares, una disminución del 25% según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg.
“El proyecto DOGE está recortando donde no debe. No se trata de eficiencia, sino de caos”, opinó Elaine Kamarck, experta en gestión pública en la Brookings Institution. “Musk ha asumido un protagonismo que lo ha convertido en el blanco favorito de las críticas, incluso más que el propio Trump”.
Pese a los tropiezos, Musk sigue manteniendo reuniones regulares con Susie Wiles, jefa de gabinete de la Casa Blanca, en un intento por mantener cierta coordinación dentro de un entorno cada vez más tenso. No obstante, un portavoz de la administración aseguró que su estatus como empleado especial no ha cambiado, al menos por ahora.
El paso de Musk por Washington, lejos de consolidar su influencia, parece haber debilitado tanto su imperio financiero como su reputación como innovador. Su incursión política, concebida como una apuesta estratégica, ha terminado convirtiéndose en uno de los episodios más controvertidos de su carrera.
(Con información de Bloomberg)
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