El presidente venezolano Nicolás Maduro habría ofrecido a Estados Unidos amplios beneficios en los sectores petrolero y minero, incluyendo contratos preferenciales y acceso a recursos naturales, con el objetivo de restablecer relaciones diplomáticas y evitar una escalada militar. Así lo reveló una investigación del The New York Times, basada en entrevistas con funcionarios venezolanos y estadounidenses.
Según el informe, durante meses emisarios de Caracas sostuvieron conversaciones secretas con representantes del gobierno de Donald Trump para intentar poner fin a años de confrontación. En dichas negociaciones, Maduro propuso otorgar a Washington una participación dominante en los proyectos de petróleo y oro —presentes y futuros—, además de redirigir las exportaciones de crudo venezolano desde China hacia Estados Unidos.
La propuesta también incluía reducir drásticamente los vínculos energéticos y comerciales con China, Irán y Rusia, los principales aliados de Venezuela en la última década. A cambio, el chavismo esperaba una flexibilización de las sanciones económicas que asfixian al país y el reconocimiento político de su gobierno.
Pese a la magnitud de la oferta, la administración Trump rechazó el acuerdo. Según el Times, la decisión coincidió con el incremento de la tensión militar en el Caribe, donde Estados Unidos desplegó destructores con misiles guiados a escasas millas de las costas venezolanas bajo el argumento de combatir el narcotráfico.
El secretario de Estado, Marco Rubio, calificó a Maduro como “fugitivo de la justicia estadounidense” y criticó el intento diplomático liderado por el enviado especial Richard Grenell, quien había mantenido los contactos con altos funcionarios venezolanos.
Mientras tanto, el chavismo respondía públicamente con un discurso desafiante, prometiendo defender la “revolución socialista” iniciada por Hugo Chávez, aunque fuentes internas del régimen admitieron que el propio Maduro autorizó a sus colaboradores a explorar fórmulas que desmontaran el modelo de nacionalismo de recursos heredado del chavismo para atraer capital extranjero.
Maduro, según las fuentes citadas, confiaba en que un acuerdo con Washington podría reactivar la economía venezolana y garantizar la estabilidad política de su gobierno. Sin embargo, el rechazo de Trump marcó el fin de las conversaciones, al menos temporalmente.
La líder opositora María Corina Machado también aprovechó el contexto para presentar en Washington una propuesta alternativa, asegurando que bajo un gobierno democrático Venezuela podría generar 1,7 billones de dólares en inversión en 15 años. Su asesora económica, Sary Levy, advirtió que “lo que Maduro ofrece a los inversores no es estabilidad, es control mantenido mediante el terror”.
Actualmente, Venezuela produce alrededor de un millón de barriles de petróleo diarios, lejos de los tres millones que generaba cuando Chávez asumió el poder. Analistas coinciden en que una inyección de capital extranjero podría duplicar la producción, pero señalan que esto solo sería posible con un cambio de gobierno que garantice seguridad jurídica.
(Con información de The New York Times)
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