La Guardia Costera de Estados Unidos repatrió a 16 migrantes cubanos que habían intentado llegar a las costas de Florida, como parte de un endurecimiento de las políticas migratorias bajo el gobierno de Donald Trump.
Desde el comienzo del año fiscal 2025, iniciado el 1 de octubre, un total de 98 migrantes cubanos han sido devueltos a Cuba, un número significativamente menor que los 749 repatriados durante el año fiscal anterior.
El grupo de balseros fue interceptado cerca de Bahamas, a unas 15 millas (aproximadamente 24 kilómetros) al suroeste de Gun Cay. La Guaria Costera informó que la tripulación del HC-144, una aeronave de la Estación Aérea de Miami, había detectado la embarcación antes de dar aviso al comando del Sector Miami.
El barco guardacostas Manowar fue entonces enviado para interceptar la “embarcación improvisada” de 25 pies de eslora, con la inscripción “Gloria de Dios” en su proa. En ella viajaban hombres y mujeres cubanos.
El gobierno de Trump ha intensificado los esfuerzos para evitar que inmigrantes lleguen ilegalmente por mar a Estados Unidos, con operaciones que incluyen patrullas aéreas, terrestres y marítimas. Estos operativos forman parte de la "Operación Centinela Vigilante", cuyo objetivo es proteger la seguridad marítima y prevenir la inmigración ilegal.
A pesar de los esfuerzos por detener la migración, los balseros cubanos continúan arriesgando sus vidas en el mar con la esperanza de llegar a Florida. En enero, por ejemplo, dos embarcaciones con 12 personas fueron detectadas en las aguas cercanas a Florida y el Paso de Yucatán.
En total, 12 migrantes fueron rescatados y repatriados a finales de ese mes.
La repatriación de los 16 cubanos se produce en un contexto de fuerte aplicación de las políticas migratorias por parte de la administración Trump, que ha hecho de la lucha contra la inmigración ilegal una prioridad, incluyendo arrestos y deportaciones masivas de indocumentados. Mientras algunos sectores de la sociedad estadounidense apoyan estas políticas, otros las critican, generando incertidumbre entre los inmigrantes que temen ser detenidos y deportados.
La Casa Blanca justifica estas medidas como una forma de reforzar el control de las fronteras y frenar la inmigración ilegal.