En otra muestra de nerviosismo político y desesperación propagandística, el régimen cubano ha lanzado una nueva arremetida contra el diplomático estadounidense Mike Hammer, Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, a través de un agresivo artículo publicado por el portal oficialista Cubadebate, titulado "Mr Hammer, Encargado de los Negocios Sucios de EEUU en Cuba".
Este ataque no es casual ni aislado. Se trata de otro intento más en pocas semanas de desacreditar al funcionario, quien ha demostrado un enfoque cercano, humano y respetuoso hacia la realidad del pueblo cubano, algo que molesta visiblemente al poder en la isla. A diferencia de los altos dirigentes del Partido Comunista, que viven desconectados de las necesidades del ciudadano común, Mike Hammer ha optado por visitar barrios, dialogar con emprendedores, jóvenes, personas humildes e incluso con quienes padecen la aguda crisis humanitaria que vive el país.
Este estilo directo y empático ha calado profundamente entre muchos cubanos, que valoran su presencia como un gesto de reconocimiento y solidaridad. No es de extrañar, entonces, que la Seguridad del Estado haya intentado tenderle emboscadas propagandísticas, montando "encuentros espontáneos" con ciudadanos supuestamente indignados, encuentros que no han hecho más que confirmar el temor de la dictadura a cualquier voz o figura que conecte realmente con el pueblo.
El artículo en cuestión, plagado de referencias históricas distorsionadas y ataques personales, retrata a Hammer como un ignorante enviado a fracasar, y lo equipara con diplomáticos del pasado que, según el discurso oficial, intentaron sin éxito someter a Cuba. Lejos de una crítica racional, el texto recurre a recursos folclóricos, ataques ad hominem e incluso versos de canciones para insultar a quien, en realidad, ha hecho lo que no hacen los funcionarios del régimen: escuchar al pueblo.
Curiosamente, el artículo omite por completo que los mayores responsables del sufrimiento del pueblo cubano son los mismos dirigentes que ahora acusan a Hammer de hipocresía. Mientras los hospitales colapsan por falta de recursos, los alimentos escasean y la inflación devora los salarios, la dictadura mantiene su gasto en vigilancia, propaganda y represión. Hammer, por el contrario, ha expuesto la realidad cubana al mundo, y lo ha hecho sin prepotencia, sin imponer ideologías, simplemente caminando y conversando con quienes más lo necesitan.
Lo que molesta al régimen no es Hammer, sino su ejemplo. Su cercanía desnuda la arrogancia y el elitismo de los burócratas de la Plaza de la Revolución. Mientras ellos lanzan discursos desde tribunas y restringen el acceso a la prensa independiente, él se presenta sin aspavientos entre los cubanos, sin escoltas propagandísticos, sin miedo al contacto real.
En definitiva, este nuevo ataque no es contra un diplomático, sino contra lo que representa: la posibilidad de un interlocutor extranjero que no legitima al régimen, sino que reconoce al pueblo. Y eso, para una dictadura que vive del control absoluto, resulta intolerable. Por eso ladran. Por eso tiemblan. Y por eso, cada vez más, pierden la credibilidad que aún intentan sostener a base de insultos y censura.
Joven madre de 24 años pierde la vida en Matanzas; autoridades detienen a un sospechoso
Hace 3 horas
Policía rescata a dos niños atrapados en un auto bajo intenso calor en Georgia (Video)
Hace 11 horas