El fuego que azota desde hace días la zona de Arenales, en el municipio de Minas de Matahambre, sigue fuera de control, consumiendo ya más de 1900 hectáreas de bosques en su mayoría pinares. A pesar de los esfuerzos del Cuerpo de Guardabosques y del sistema agrícola de Pinar del Río, el incendio continúa avanzando sin que existan los medios suficientes para contenerlo eficazmente, en medio de una profunda crisis económica que ha dejado al país prácticamente indefenso ante este tipo de desastres.
Según reportes el incendio ha obligado a desplegar medidas extremas como la creación de trochas, la aplicación de contracandelas y el uso de observación aérea para identificar los focos más intensos. No obstante, la falta de recursos técnicos, transporte, combustible y equipamiento especializado está dificultando enormemente las labores de contención.
El jefe del Cuerpo de Guardabosques en la provincia, teniente coronel Alexander Pereda Burón, aseguró a Radio Habana Cuba que el fuego aún no representa un peligro directo para comunidades cercanas, pero reconoció la gravedad del evento y la dificultad para sofocar los puntos más calientes. La cifra de hectáreas quemadas sigue creciendo.
El panorama es sombrío. Cuba enfrenta esta emergencia forestal con camiones en mal estado, brigadas mal equipadas y carencias de combustible que impiden movilizar los recursos necesarios con rapidez. La logística de respuesta está atada a una economía colapsada, donde ni siquiera se puede garantizar combustible para el transporte de brigadistas o agua suficiente para contener las llamas.
“Estamos luchando contra el fuego con las manos”, reconoció uno de los participantes en las labores, citado por medios locales. La situación refleja no solo la magnitud del incendio, sino el deterioro estructural de un país sin recursos básicos para proteger sus propios ecosistemas.
El viceprimer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca y otras autoridades del Partido Comunista visitaron la zona afectada y ordenaron reforzar las acciones de contención, pero en la práctica el país carece de las condiciones mínimas para combatir siniestros de esta magnitud, como maquinaria pesada, ropa ignífuga, mangueras de largo alcance o vehículos especializados.
El incendio ha causado pérdidas económicas estimadas en un 10% del bosque dañado, aunque la cifra podría aumentar si el fuego continúa expandiéndose. Más allá del impacto medioambiental, la tragedia revela una verdad incómoda: Cuba no está preparada para enfrentar emergencias de este tipo.
La cooperación de los pobladores y el trabajo sobrehumano de los brigadistas están siendo el único sostén de un país que ni siquiera puede asegurar la luz eléctrica a su población, y mucho menos una respuesta eficiente a un desastre natural.
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