Me llamo Yureisis Peña Verges y llevo 11 días atrapada en el hospital Juan Manuel Márquez de La Habana. Estoy aquí con mi hijo, Alan José, un niño de Holguín que vino remitido urgentemente para hacerse una resonancia magnética que podría salvarle la vista. Pero todo ha sido un engaño.
Desde la provincia nos dijeron que el examen estaba programado para el viernes 18. Nos aferramos a esa fecha como quien se agarra a un salvavidas. Pero cuando llegamos a La Habana, la realidad fue otra. Nadie tiene constancia de ninguna cita. Nadie se hace responsable. Y mi hijo sigue esperando. Cada día que pasa, su visión empeora.
Me duele decirlo, pero la burocracia y el desinterés están condenando a mi hijo a quedarse ciego. ¿Es mucho pedirle al sistema de Salud Cubana que cumpla con su deber? ¿Es demasiado pedir una resonancia para un niño enfermo? No estamos pidiendo lujos. Solo justicia. Solo humanidad. Solo que le permitan a los médicos tener un diagnóstico claro para poder tratarlo a tiempo.
He tocado puertas, he preguntado, he suplicado. Y nada. Silencio, evasivas, excusas. Mientras tanto, mi hijo ve cada vez menos. Y yo, su madre, estoy aquí sin dormir, sin paz, sin respuestas, viendo cómo se apaga lentamente la luz en los ojos de mi niño.
¿Dónde está la sensibilidad? ¿Dónde está la responsabilidad? ¿Acaso no se dan cuenta de que no se trata de un número, sino de un niño de carne y hueso? Su nombre es Alan José. Tiene sueños, tiene miedo, tiene derecho a ver el mundo que apenas está empezando a conocer.
Este mensaje es un grito desesperado, un último recurso. ¡Que alguien haga algo ya! La salud no puede seguir siendo un laberinto sin salida. No se puede jugar así con la vida de un niño. No más mentiras. No más esperas. Que le hagan la resonancia ya. ¡No dejen que mi hijo se quede ciego por culpa del abandono!
— Yureisis Peña Verges
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