Dos turistas de nacionalidad alemana fueron víctimas de un violento asalto en la ciudad de Holguín, según denunció la página de Facebook Denunciando los crímenes en Cuba, una fuente ciudadana que se ha convertido en referente para documentar los numerosos casos de inseguridad que afectan a la población y a los visitantes extranjeros.
De acuerdo con la publicación, tanto un hombre como una mujer fueron agredidos físicamente y despojados de sus pertenencias por delincuentes que aún no han sido identificados. No se ha precisado el lugar exacto del incidente, pero se pide la colaboración de la comunidad para que, en caso de encontrar el bolso robado —aunque solo contenga documentos personales— lo entreguen en cualquier unidad de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).
El hecho ha generado indignación y preocupación, pues vuelve a poner en evidencia la fragilidad del entorno turístico cubano, afectado no solo por la crisis económica y el colapso de los servicios, sino también por el incremento de hechos delictivos, especialmente en zonas que históricamente han recibido visitantes extranjeros.
En los últimos meses, diversas plataformas independientes han reportado un aumento alarmante de robos, asaltos y actos de violencia en distintas regiones del país. Estos crímenes afectan tanto a cubanos como a turistas, quienes en muchas ocasiones quedan expuestos a situaciones de riesgo ante la ineficiencia de las autoridades y la falta de garantías de seguridad.
Aunque la policía fue notificada del incidente en Holguín, hasta el momento no se conoce sobre el caso ni se han reportado arrestos vinculados al hecho.
La economía en ruinas, los prolongados apagones, la escasez de alimentos, medicinas y combustible han empujado a muchos ciudadanos a la desesperación. En este contexto, el incremento de la criminalidad es una consecuencia previsible, aunque el régimen prefiera maquillarla o negarla.
Por su parte, turistas que llegan a Cuba con la expectativa de disfrutar sus playas y cultura se enfrentan a una realidad hostil: carencias básicas en los hoteles, cortes de energía, colas interminables para adquirir productos de primera necesidad, y ahora, un riesgo real de ser víctimas de la violencia.