El Gobierno cubano estudia reformas en su sistema cambiario y en la distribución de divisas, en un intento por frenar la agudización de la crisis económica que azota al país desde hace años. Las autoridades evalúan actualmente una propuesta para modificar el mecanismo de asignación de moneda extranjera y los tipos de cambio oficiales, según informó el diario oficial Granma.
La viceministra primera de Economía y Planificación, Mildrey Granadillo, explicó durante una reunión del Consejo de Ministros que ambos temas forman parte del plan estatal para “corregir distorsiones” y tratar de reactivar la economía.
En Cuba conviven actualmente tres tasas de cambio: la oficial para empresas estatales (1 USD = 24 CUP), otra para personas naturales (1 USD = 120 CUP), y la del mercado informal, donde el dólar supera los 360 pesos. Esta disparidad provoca graves distorsiones económicas y alimenta una inflación imparable que impacta tanto a los ciudadanos como al sector empresarial.
El Gobierno asegura que está analizando los “riesgos y consecuencias” de implementar una nueva propuesta operativa que modifique esta estructura, aunque sin precisar fechas concretas ni en qué consistirán exactamente los cambios. Tampoco se ha ofrecido una postura oficial del Banco Central ni del Ministerio de Finanzas.
Además, el Ejecutivo está ajustando el cronograma para aplicar un nuevo sistema de control y distribución de divisas, y sostiene reuniones con expertos debido a la complejidad del asunto. Las autoridades admiten que las restricciones en el acceso a moneda extranjera han afectado a empresas estatales y privadas por igual, frenando importaciones clave para mantener sus operaciones.
En medio de esta situación, sectores priorizados como salud, biotecnología, tabaco, turismo y energía han sido autorizados a operar bajo esquemas cerrados de autofinanciamiento, lo que les permite conservar una parte de las divisas que generan. Sin embargo, muchos actores económicos quedan fuera de este sistema, y deben esperar a que el Estado les asigne recursos, en un contexto donde las arcas públicas están prácticamente vacías.
La falta de divisas también ha golpeado directamente la capacidad del Gobierno para importar alimentos, medicinas y combustibles, lo que contribuye a la escasez generalizada y a los prolongados apagones que afectan a la población.
Cuba atraviesa una de sus peores crisis en décadas, marcada por la inflación, la devaluación del peso cubano, una creciente dolarización informal y una profunda contracción económica. A estos factores se suman las consecuencias de la pandemia, las sanciones de Estados Unidos y errores de política interna, incluyendo el fallido reordenamiento monetario iniciado en 2021.
Sin un acceso estable a divisas y sin una reforma monetaria integral, la economía sigue dependiendo del mercado informal, lo que refuerza las desigualdades y debilita aún más la confianza en las instituciones financieras estatales.
Por ahora, el gobierno no ha anunciado medidas concretas ni un calendario claro para implementar los cambios, mientras la ciudadanía sigue enfrentando los efectos de una crisis prolongada y sin señales de mejora inmediata.