El régimen cubano ha encontrado una nueva forma de profundizar la crisis de combustible en la isla: ahora la gasolina especial solo podrá comprarse en dólares. Según la versión oficial, difundida en el sitio estatal Cubadebate, el problema no es la incapacidad del gobierno para garantizar el suministro, sino el “impacto” de la administración de Donald Trump, quien asumió la presidencia de EE.UU. el pasado 20 de enero.
La justificación resulta absurda. Durante años, Cuba ha padecido una crisis energética constante, producto de su dependencia del petróleo importado y su ineficiencia en la gestión de los recursos. Sin embargo, la narrativa oficial intenta culpar al presidente estadounidense de un problema que existe desde mucho antes de su llegada a la Casa Blanca.
Irenaldo Pérez Cardoso, director adjunto de la Unión Cuba-Petróleo (Cupet), y Ernesto Martínez Hernández, vicepresidente de Cimex, explicaron en la televisión estatal que la escasez de gasolina especial ha obligado a modificar su distribución. A partir de ahora, el producto será vendido únicamente en dólares, lo que significa que quien no tenga acceso a moneda extranjera simplemente no podrá abastecerse.
Esta medida profundiza la desigualdad en un país donde los salarios estatales se pagan en pesos cubanos (CUP) y la mayoría de la población no tiene acceso regular a divisas. Es una política excluyente que beneficia a un reducido sector vinculado al turismo, a las remesas o al mercado informal de divisas, mientras deja sin opciones al resto de los cubanos.
El propio gobierno reconoce que el combustible en la isla es insuficiente y que el abastecimiento diario será de apenas 900 toneladas entre gasolina regular y especial. No obstante, en lugar de buscar soluciones reales, responde con restricciones que solo afectan a quienes no tienen acceso a dólares.
Según Cupet y Cimex, la “exportación” de gasolina se ha convertido en un problema tras la llegada de Trump al poder. Esta afirmación, además de ser imprecisa, ignora que la crisis del combustible en Cuba lleva años agravándose.
Las limitaciones energéticas en la isla no comenzaron el 20 de enero. Desde hace tiempo, el gobierno cubano ha dependido del petróleo de Venezuela, México y Rusia, pero los envíos han sido insuficientes para sostener el consumo interno. La infraestructura energética cubana está obsoleta, el robo de combustible es un problema recurrente y la incapacidad del régimen para diversificar sus fuentes de energía ha dejado al país en una situación de vulnerabilidad extrema.
Mientras el gobierno impone nuevas restricciones, los cubanos siguen enfrentando apagones de más de 20 horas diarias, transporte paralizado por la falta de combustible y precios desorbitantes en el mercado negro.
La venta de gasolina en dólares no es más que otro síntoma de un sistema fallido que sobrevive a costa de empobrecer a su población. Lo que antes era un servicio accesible para todos, ahora es un privilegio reservado para quienes pueden pagar en divisas.
El problema del combustible en Cuba no se resolverá con excusas ni con nuevas restricciones. Lo que el régimen necesita no es otro chivo expiatorio, sino un cambio profundo en su modelo económico. Pero para eso, primero tendría que admitir su propia responsabilidad en la crisis. Y eso es lo último que está dispuesto a hacer.
Identifican a tres cubanos detenidos en Hialeah por operar esquema de fraude al seguro
Hace 20 horas
Denuncian irregularidades en la liberación de presos en Cuba tras mediación del Vaticano
Hace 2 días