Desde el estallido del conflicto entre Rusia y Ucrania en 2022, el frente se ha ido configurando como una guerra de desgaste prolongado. Si bien inicialmente las acciones se concentraron en el este ucraniano, documentos filtrados revelan que Moscú estaría delineando un plan de expansión hacia el oeste, ampliando así el espectro de su ofensiva más allá de las regiones bajo disputa inmediata.
La estrategia expuesta se fundamenta en atacar centros logísticos, vías de transporte críticas y nudos industriales, como una forma de ampliar su dominio territorial y quebrar la capacidad defensiva ucraniana. El apetito expansionista ruso apunta a regiones ubicadas al oeste de las zonas ocupadas oficialmente, con miras a ampliar su control en provincias como Sumy y Dnipró. En ese sentido, se perfilan como objetivos ciudades con peso económico, nodos de transporte o capacidad industrial estratégica.
Entre los blancos más plausibles figuran Odesa, con su acceso al mar y Kharkiv, por su relevancia demográfica e industrial. Apunta también a consolidar sus avances hacia regiones como Dnipró, un polo esencial en la economía ucraniana.
El mapa filtrado detrás de las operaciones militares señala que Moscú ambiciona apoderarse de los óblasts(regiones) completos de Odesa y Kharkiv, lo que permitiría una penetración más profunda hacia el corazón del país.
En terreno ya disputado, Rusia ha concentrado esfuerzos en capturar localidades clave como Pokrovsk, que funciona como nudo ferroviario y punto logístico vital en la región de Donetsk. El control de Pokrovsk abriría la ruta para avanzar hacia Chasiv Yar y, desde allí, ampliar una ola ofensiva hacia Kramatorsk y Sloviansk.
En el este, la ciudad de Chasiv Yar ha sido centro de intensos combates: su posición elevada la hace particularmente valiosa, pues dominando su control se facilitaría el avance hacia otros centros urbanos del Donetsk no ocupados.
Esta táctica combina agresión militar directa con bombardeos de largo alcance: Moscú ha intensificado el uso de drones y cohetes para atemorizar ciudades antes consideradas seguras. Al mismo tiempo, apunta a desarticular la infraestructura esencial de Ucrania, desde líneas férreas hasta plantas eléctricas, con el fin de asfixiar los suministros al frente de batalla.
La filtración revela un patrón claro: el plan no es solo territorial, sino psicológico. El objetivo es proyectar una capacidad de penetración estratégica tan amplia que desplace la percepción de que ciertas ciudades occidentales están fuera del alcance del conflicto.
Y con ello generar efectos de desgaste político, social y militar en el gobierno de Kyiv y sus aliados occidentales.
Fuente y foto: msn
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