El humorista Ulises Toirac volvió a sacudir las redes con un texto donde mezcla ironía, lucidez y una dosis justa de sarcasmo para diseccionar el caos político y mediático que atraviesa Cuba. “Ya que me zumbaron al oscuro a morir... Hay tiempo”, comienza diciendo, refiriéndose con su clásico tono entre resignado y divertido a los apagones que acompañan su día a día.
Pero enseguida cambia el foco: el caso de Alejandro Gil, el post-Melissa y las eternas “medidas para corregir distorsiones” que —según él— llevan más de sesenta años “sin cuajar”.
Toirac no deja títere con cabeza. Apunta que, mientras Oriente intenta levantarse de los destrozos del huracán Melissa, la atención pública se distrae con “el caso Gil” y con un documento económico interminable que promete más experimentos.
“Tamo jipato de comidilla”, resume con un humor tan cubano como certero. El comediante cuestiona el “timing” del gobierno: “El caso Gil, dos o tres días después... o el timing está muy jodido, o algo pasa alrededor de Melissa”.
Y ahí clava la lanza: sugiere que todo el país debería estar concentrado en socorrer a los damnificados, pero las prioridades, como siempre, parecen otras. “Evacuaciones luego de la trompá y ‘estamos venciendo’”, ironiza, mientras retrata el desorden institucional con una precisión que muchos analistas envidiarían.
Sobre el exministro de Economía, Toirac lo define con retranca: “Una súper papa... No era Papa porque le faltaba la férula papal y porque era en La Habana y no en el Vaticano”. Cuestiona además la falta de transparencia que caracteriza al sistema: “En Cuba hemos cargado un pesado muy pesado: hay muy pocas cosas realmente importantes a las que se pueda auditar y pedir cuentas”.
Con un lenguaje popular pero afilado, recuerda que la “inmunidad programada” es el verdadero escudo del poder. “Hasta que no salta una liebre...”, dice, subrayando que solo cuando el escándalo traspasa fronteras aparece la justicia.
El público, fiel seguidor de su prosa mordaz, no tardó en reaccionar. “Gil convertido en pirulí ahora para entretener”, comenta una usuaria. Otro lector lo resume: “Expertos en hacer cortinas de humo”. Y muchos coinciden con Toirac en que el timing del caso Gil no es casual, sino una distracción ante la catástrofe humanitaria que vive Oriente tras el huracán.
Como cierre, el humorista lanza su dardo final: “No le veo la lógica a casi dos años de ponerlo en medida cautelar... Si la gente se olvidó del Saratoga y del tarifazo, ¿Gil? Aguantaba dos meses más ahí tranquilito”.
Una reflexión con sello Toirac: risa y rabia, humor y verdad. Porque en Cuba, incluso cuando falta la corriente, siempre hay conexión para el sarcasmo.
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