En medio del caos que dejó el huracán Melissa en el oriente cubano, cuando todo parecía perdido y las noticias tristes se multiplicaban, una pequeña luz de esperanza logró abrirse paso entre los escombros.
La activista Lara Crofs compartió en sus redes una actualización que ha emocionado a miles: Minguito, el joven de la foto viral cargando su televisor bajo el aguacero, es uno de los cubanos que ha sido encontrado por Yasser Sosa Tamayo —ese mismo hombre que, pese a no tener techo, puerta ni agua, sigue ayudando a otros damnificados.
Sosa Tamayo lo hizo sin cámaras, sin discursos, solo con la fuerza de quien no se cansa de tender la mano.
“Ya llegamos a él”, escribió Lara. Y esas cuatro palabras bastaron para devolver un poco de fe a tantos que han llorado viendo la devastación del oriente.
Yasser no solo localizó a Minguito, sino también al joven del perrito Rocky, aquel héroe anónimo que en plena crecida salvó a su mascota del agua embravecida. Ambos, junto al fiel animal, están vivos. Vivos, aunque rodeados de ruinas, mosquitos y carencias. Vivos, aunque el Estado no haya llegado con ayuda, aunque el cansancio pese más que el hambre.
En medio del silencio oficial, Yasser representa lo mejor del espíritu cubano: la solidaridad del que comparte aunque no tenga, la humanidad del que consuela cuando no hay soluciones. “Eso es ser un cubano digno de estos tiempos, lo demás es paja”, dijo Lara, y no podría haberlo descrito mejor.
Las redes se llenaron de bendiciones y palabras de aliento. “Yasser tiene la puerta de su alma abierta”, escribió Ziura Lila Rodríguez. Otros pidieron fumigación, techo y atención para los damnificados. Pero más allá de la burocracia y la indiferencia, lo que se ha visto es el milagro del pueblo ayudando al pueblo.
Minguito y Yasser son símbolos de resistencia, de esa Cuba que no se rinde aunque el viento la tumbe una y otra vez. Ojalá algún día no haya que celebrar que alguien sobrevivió, sino que todos vivan con dignidad. Hasta entonces, el alma de Yasser y la sonrisa de Minguito seguirán siendo la prueba más pura de que la solidaridad también puede ser un acto de rebeldía.