Desde hace algunos días, se observa en varias ciudades de EE. UU. un fenómeno creciente: largas filas en los bancos de alimentos, con personas haciendo fila en silencio, cargando carritos o bolsas vacías, ante el temor de que el programa de asistencia alimentaria SNAP (Supplemental Nutrition Assistance Program) deje de funcionar debido al cierre parcial del gobierno federal.
Familias de escasos recursos, individuos mayores y personas que dependen de esas ayudas acuden con incertidumbre: “No tenemos qué comer en casa”, comentan algunos. Diario ABC Las imágenes que acompañan esos informes muestran personas desplazándose en silencio, muchas sin esperanzas visibles, esperando que los bancos de alimentos completen la función que el Estado puede dejar de cumplir.
La crisis tiene raíz institucional: debido al cierre parcial del gobierno federal, el Departamento de Agricultura había anunciado que los pagos del SNAP para noviembre no serían distribuidos si no se restablece el presupuesto. Esto afecta a unos 42 millones de personas que dependen de ese programa cada mes.
Sin embargo, en medio de esta presión social, dos jueces federales intervinieron y ordenaron que el gobierno utilice fondos de reserva de emergencia para mantener los pagos del SNAP. Aunque la decisión judicial permite mantener el programa al menos temporalmente, persisten dudas sobre cómo se implementará y cuándo llegarán los pagos a los beneficiarios.
La carga sobre los bancos de alimentos está aumentando exponencialmente. Instituciones de ayuda advierten que no pueden suplir a escala la magnitud del SNAP y que la crisis será aún más grave si el programa queda interrumpido.
Uno de los datos llamativos: un solo dólar en SNAP genera más comidas que lo que los bancos de alimentos pueden ofrecer colectivamente.
Ante esta incertidumbre, algunos esfuerzos privados o comunitarios han tratado de aliviar la presión. Por ejemplo, repartos de comidas gratuitas se han multiplicado en ciudades como Nueva York, con organizaciones comunitarias que organizan desayunos o víveres para quienes se quedaron sin opciones. En paralelo, empleados federales afectados por la suspensión de pagos también han hecho donaciones de alimentos, movilizándose para que los bancos no colapsen.
Queda un panorama muy complejo: mientras la justicia obliga al gobierno a mantener el SNAP mediante fondos de emergencia, los beneficiarios viven con angustia, los bancos de alimentos luchan por abastecerse y las organizaciones sociales advierten que, si no se restablece el presupuesto formalmente, esta situación podría desencadenar una crisis alimentaria de mayor escala.
Tragedia en México: explosión en supermercado deja al menos 23 muertos y varios heridos
Hace 3 horas
Youtuber cubana expone la dura realidad del país con su lista de “cosas de ricos” en Cuba
Hace 1 día