El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla ha dado otra "lección magistral" de cómo explicar los problemas económicos de la Isla: no es por gestión interna, inflación descontrolada o políticas erráticas, sino por un “programa integral de desestabilización” financiado desde Estados Unidos.
Según él, el dólar alto, el peso débil y los precios que se disparan son obra de operadores internacionales, conspiraciones digitales y hasta de fantasmas financieros que “blanquean” dinero del presupuesto federal estadounidense para manipular al pobre ciudadano cubano.
Impresionante ¿no? Resulta que todo el caos económico tiene un villano externo y omnipresente: Estados Unidos. Porque está claro que la raíz del problema nunca puede estar en imprimir pesos sin respaldo, abrir tiendas en divisas sin producción real, o en años de políticas que desalientan cualquier esfuerzo productivo interno.
No, eso sería demasiado lógico. Mucho mejor culpar a alguien que vive a miles de kilómetros y que, según la narrativa oficial, mueve hilos invisibles a través de redes sociales y mercados informales.
Rodríguez asegura que se trata de una red internacional organizada para “impactar directamente en el bolsillo del ciudadano cubano”. Qué alivio saber que mientras el peso se devalúa, los ciudadanos no son responsables de nada. Es todo un complot global. Nada que ver con salarios bajos, escasez de productos básicos o decisiones económicas cuestionables.
Por supuesto, la culpa también recae en medios independientes como elTOQUE, señalados de “fijar” el tipo de cambio. Olvídense de la realidad: si el peso pierde valor y el dólar sube, es porque alguien decidió en el extranjero jugar con la mente de los cubanos a través de Internet. Todo tiene sentido ahora.
Los comentarios de los usuarios en redes sociales fueron tan predecibles como esperados: algunos recordaron que la inflación y la devaluación no necesitan conspiraciones, que la dualidad monetaria y la falta de producción real explican bastante del desastre económico. Otros, más sarcásticos, se preguntaron si Taiwán también sufre por conspiraciones, dado que China le aplica un bloqueo mucho más severo o si el problema será que “fuman de la buena” en el gobierno cubano.
En fin, según el canciller, la culpa del colapso económico es externa. Los errores de gestión, la corrupción, la ineficiencia y la falta de reformas estructurales quedan fuera del guión. Al parecer, para la narrativa oficial, responsabilizar al mercado informal de divisas y a Estados Unidos es más cómodo que admitir que durante décadas se han tomado decisiones que hoy golpean directamente a la población.
Después de todo, ¿para qué enfrentar la realidad cuando puedes crear villanos imaginarios y conspiraciones internacionales dignas de una serie de espionaje?