El humorista cubano Ulises Toirac calificó el proceso judicial contra el exministro de Economía Alejandro Gil Fernández como “un rompecabezas al que le faltan piezas”, en una reflexión que trasciende el caso individual y apunta directamente al modo en que el poder gestiona la información y el control político en Cuba.
A través de sus redes sociales, Toirac explicó que había preferido mantenerse al margen del debate en torno a Gil, pero decidió pronunciarse al percibir “un caso incompleto, envuelto en silencios y tiempos calculados”. Su comentario se centró menos en los delitos imputados al exministro —que incluyen espionaje, corrupción y malversación— y más en el contexto de secretismo y manipulación comunicativa con el que se maneja el tema.
“Esto no es solo un caso judicial. Es un rompecabezas al que le faltan piezas”, advirtió, señalando que los mensajes oficiales parecen diseñados para moldear la opinión pública más que para informar.
En su análisis, Toirac cuestionó el uso político del “timing” informativo, es decir, los momentos que el gobierno elige para divulgar o silenciar hechos relevantes. Según él, la publicación del caso Gil —tras meses de completo silencio— responde a una lógica de cálculo y control mediático que busca dirigir la atención del pueblo según las necesidades del poder.
El comediante amplió su reflexión hacia la falta de rendición de cuentas en el sistema cubano, afirmando que “hay muy pocas cosas realmente importantes a las que se pueda auditar y pedir cuentas. Contraloría no alcanza los gajos altos. Nadie rinde cuentas.”
Recordó que el argumento del secretismo ha sido históricamente justificado en nombre de la “seguridad nacional”, una narrativa que —según él— se institucionalizó como excusa para ocultar la corrupción y la falta de control en las más altas esferas del poder.
“Una vez nos dijeron que hacía falta discreción porque el enemigo podía atravesarse en los planes. Ese argumento se convirtió en ley. Hoy es la excusa perfecta para no rendir cuentas”, ironizó.
Toirac también señaló que en Cuba la defenestración de altos funcionarios no responde a mecanismos de justicia ni a investigación periodística, sino a escándalos que se vuelven imposibles de ocultar, usualmente cuando “la liebre brinca fuera de fronteras”.
“La justicia aquí no es preventiva ni transparente. Es reactiva. Y cuando estalla un caso, todo se hace a puertas cerradas”, apuntó.
El humorista reservó sus críticas más duras para el periodismo oficial, al que comparó con los “escribanos del medioevo”.
“¿Periodismo investigativo? Menos que menos. De eso ni se diga una palabra. Cogen el dictado y lo repiten. En la Edad Media así se copiaban los libros y los edictos. Se les llamaba escribanos, no periodistas.”
La reflexión de Ulises Toirac se ha convertido en una de las críticas más lúcidas y directas al manejo informativo del caso Gil Fernández, un proceso que, más allá del exministro, deja en evidencia —según sus palabras— “la crisis estructural de transparencia y responsabilidad en el poder cubano”.