La crisis del agua en el municipio de Sagua de Tánamo, provincia de Holguín, sigue sin solución y se agrava con el paso de los días. Incluso antes del huracán Melissa, los vecinos ya enfrentaban serias dificultades para acceder al servicio, pero la situación se ha vuelto insostenible, mientras las autoridades locales ofrecen explicaciones que reflejan más impotencia que gestión.
El diputado a la Asamblea Nacional, Yusuam Palacios, designado para representar a ese territorio, reconoció públicamente la gravedad del problema en una publicación en su perfil de Facebook. Según su mensaje, la bomba hidráulica principal que abastece el municipio se encuentra en reparación en la provincia de Mayabeque, pero los técnicos han confirmado que no existen los componentes necesarios para su arreglo, lo que impide restablecer el servicio.
“Es realmente muy difícil. La bomba no tiene arreglo en estos momentos, pero Sagua no quedará sin solución”, aseguró el diputado, al tiempo que pidió paciencia y comprensión a la población.
Sin embargo, su mensaje ha generado indignación y críticas entre los pobladores, quienes consideran inaceptable que un problema básico como el acceso al agua potable dependa de una reparación que se prolonga indefinidamente sin una respuesta efectiva del Estado.
Que un país no tenga los recursos para reparar una simple turbina y garantizar agua para beber a miles de personas muestra el nivel de precariedad e ineficiencia del sistema cubano, así como el abandono de las comunidades del oriente del país. Los vecinos aseguran que llevan días sin agua ni para tomar, utilizando agua sucia del alcantarillado para sacar el fango de las viviendas afectadas por el huracán.
Mientras tanto, la propaganda oficial insiste en que “nadie será abandonado”, pero la realidad en Sagua de Tánamo desmiente ese discurso. Las imágenes y testimonios que circulan en redes sociales muestran un pueblo sumido en la desesperación, donde los enfermos y los niños sufren por la falta de agua potable y por la ausencia total de atención institucional.
La situación también pone en entredicho el papel de los diputados cubanos, elegidos no por la voluntad popular sino por su fidelidad al régimen. En lugar de representar los intereses del pueblo, Yusuam Palacios parece más enfocado en justificar la ineficiencia del sistema que en exigir soluciones concretas. Su mensaje, aunque admite la gravedad del problema, evidencia la falta de poder real que tienen los supuestos “representantes del pueblo” dentro de un aparato político centralizado y autoritario.
El caso de Sagua de Tánamo se ha convertido en un símbolo del abandono estatal y la incapacidad de gestión del gobierno cubano. Miles de familias sobreviven entre el fango, la escasez y la desidia, mientras las promesas de “buscar soluciones” se repiten una y otra vez sin resultados.
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