Un verdadero aluvión de críticas ha despertado la intervención de Marta Elena Feitó Cabrera, ministra de Trabajo y Seguridad Social sobre la inexistencia de mendigos, quienes según ella "son personas disfrazadas para no tener que trabajar". Sus palabras han caído como un jarro de agua sucia sobre un pueblo exhausto.
El periodista deportivo cubano Boris Luis Cabrera, muy conocido por su labor como cronista del béisbol en medios como Cubadebate, Prensa Latina y Trabajadores, ha ampliado su campo de análisis hacia los temas sociales, abordando con valentía y sensibilidad los problemas estructurales del país. Su estilo directo, empático y profundamente humano le ha valido un creciente reconocimiento dentro y fuera de Cuba, especialmente entre quienes buscan voces independientes en el periodismo cubano contemporáneo.
Boris Luis responde de esta forma a la descabelada intervención de la mnistra Feitó:
"En vez de hablar con la compasión que requiere el cargo, prefirió describir como si fueran delincuentes a quienes limpian parabrisas en los semáforos, hurgan en la basura o piden limosna para sobrevivir. No son solo declaraciones desafortunadas. Son profundamente peligrosas.
"En un país donde la realidad duele más que cualquier titular, las palabras de Marta Elena Feitó Cabrera,
Negar la pobreza visible y criminalizar la desesperación equivale a traicionar los principios de justicia social que alguna vez definieron el proyecto revolucionario cubano. ¿Cómo puede una ministra, encargada de proteger a los sectores más vulnerables, referirse así a quienes viven en el filo del abismo? ¿En qué momento pasamos de prometer dignidad a castigar la miseria con palabras cargadas de prejuicio?
"Nadie escoge revolver basura si tiene una alternativa real. Nadie se lanza a pedir en las calles por capricho. La pobreza no es un acto de rebeldía: es una condena impuesta por un sistema que ya no responde a las necesidades del pueblo. La ministra no puede –ni debe– mirar a los pobres como un error en la matriz del sistema, sino como el resultado directo de su mal funcionamiento.
"La verdadera Cuba no está en los informes ni en los discursos maquillados. Está en los mercados vacíos, en las farmacias sin medicamentos, en las pensiones que ofenden más que alivian. Está en los miles que emigran o en los que, sin poder hacerlo, se resignan a malvivir. Está en los rostros de los ancianos que caminan kilómetros para conseguir una pastilla, en los jóvenes que sueñan con irse porque quedarse se ha vuelto insoportable. La pobreza en Cuba no es marginal: es transversal.
"Basta de negar lo evidente. Si no queremos ver gente en los basureros, entonces construyamos un país donde nadie tenga que buscar comida en la basura. Si no queremos más mendicidad, ofrezcamos empleos reales, salarios que valgan, servicios dignos. El problema no son los pobres, sino quienes los ven como amenaza o los usan como excusa para justificar el fracaso de las políticas públicas.
"Los ministros deberían caminar sin escoltas, escuchar sin filtros, mirar sin arrogancia. Gobernar desde la empatía, no desde el desprecio. A esta altura, los discursos que caricaturizan la pobreza no solo son crueles: son inútiles. La miseria no se borra con adjetivos, sino con justicia y acción.
"Y si algo debe grabarse en la memoria de todos los cubanos, especialmente de quienes detentan el poder, es que seguimos creyendo en las palabras fundacionales: ´con los humildes, por los humildes y para los humildes´. Porque mientras haya un solo cubano rebuscando en un latón para sobrevivir, ningún funcionario debería dormir tranquilo".
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