Andrea Russo, un hombre de 35 años oriundo de Calcinate, una pequeña localidad cercana a Bérgamo, murió succionado por un avión en el trágico accidente que conmocionó a toda Italia.
El hecho ocurrió en el aeropuerto de Bérgamo-Orio al Serio, cuando Russo fue succionado por la turbina de un avión de la aerolínea Volotea que se preparaba para despegar con destino a Oviedo.
Según los primeros informes, el joven logró evadir la seguridad del aeropuerto, cruzó la pista y accedió al área restringida justo en el momento en que el avión realizaba las maniobras de retroceso previas al despegue.
La secuencia del hecho duró apenas minutos. Russo llegó en su coche, un Fiat 500 naranja, que dejó estacionado con las llaves puestas frente a la terminal de llegadas. Esta elección no fue casual: según el diario Corriere della Sera, Andrea conocía que ese sector del aeropuerto tenía un nivel de seguridad más laxo, lo que le permitió ingresar con relativa facilidad.
Una vez dentro, esperó el momento en que las puertas de emergencia se abrieron y, tras forzarlas con el hombro, corrió hacia la pista, siendo detectado rápidamente por el personal de seguridad, que activó las alarmas e inició una persecución que resultó infructuosa.
"Russo se dirigió al Airbus A319 en movimiento, consciente o no del riesgo extremo que corría. El avión tenía los motores encendidos y estaba iniciando la maniobra de retroceso cuando ocurrió la tragedia. La potencia de succión de la turbina lo atrapó sin que nadie pudiera detenerlo a tiempo", explican las autoridades aeroportuarias que manejan como principal hipótesis la posibilidad de un suicidio, aunque aún no se descarta por completo un episodio de confusión o impulsividad.
La vida de Andrea Russo no había sido fácil. Durante su juventud, atravesó graves problemas de adicción y estuvo internado en centros de rehabilitación. Sin embargo, según testimonios de familiares y amigos, había logrado superar aquella etapa oscura y se encontraba intentando reconstruir su vida.
“Era una buena persona, luchadora, alguien que había caído pero se había levantado”, relataron allegados. A pesar de sus avances, algunas cicatrices emocionales persistían, y aún no está claro si enfrentaba alguna nueva dificultad personal que lo llevó a tomar esta decisión final.
La investigación sigue su curso mientras Italia lamenta una pérdida tan impactante como evitable.