La inflación en Estados Unidos volvió a cobrar fuerza en junio, alcanzando su nivel más alto en los últimos cuatro meses, impulsada principalmente por el alza en los precios de la gasolina y el efecto acumulado de los nuevos aranceles comerciales impuestos por la administración de Donald Trump.
Según el informe publicado este martes por la Oficina de Estadísticas Laborales, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó un 0,3 % en junio, lo que elevó la tasa de inflación interanual al 2,7 %. Este incremento era anticipado por los analistas, pero marca un cambio de tendencia luego de varios meses de moderación.
Uno de los principales factores detrás del repunte inflacionario fue el aumento en el precio de los combustibles, que registraron su primera subida en cinco meses. A esto se sumaron incrementos en rubros como servicios, bienes duraderos y productos de consumo que comenzaron a reflejar el impacto de los aranceles aplicados a importaciones clave.
Cuando se excluyen los componentes más volátiles del índice —alimentos y energía—, la llamada inflación subyacente se ubicó en 0,2 % respecto a mayo y en 2,9 % en comparación con el mismo mes del año pasado. Estas cifras representan una ligera aceleración frente al mes anterior, lo que ha generado nuevas preocupaciones entre consumidores y expertos financieros.
Pese al aumento, el mercado reaccionó positivamente. En la apertura de la jornada, el índice Dow Jones mostró una ligera alza, mientras que el S&P 500 avanzó un 0,4 % y el Nasdaq Composite ganó un 0,8 %. El repunte en los mercados refleja cierto alivio por el hecho de que los datos coinciden con las previsiones, sin sorpresas mayores.
La reciente política arancelaria impulsada por el presidente Donald Trump, que ha gravado con impuestos a un amplio espectro de productos importados, ha comenzado a mostrar sus efectos más visibles en los precios al consumidor. Aunque el impacto de estos aranceles ha sido gradual, los economistas advierten que su efecto acumulado comenzará a sentirse con más fuerza durante la segunda mitad del año.
Durante meses, factores como la baja demanda en sectores como vivienda, viajes y servicios, además de una acumulación preventiva de inventarios por parte de empresas, ayudaron a contener los precios. Sin embargo, esta contención parece estar llegando a su fin.
Los analistas coinciden en que la inflación podría continuar al alza si persisten las presiones de los aranceles y se mantiene la volatilidad en los precios de la energía. También señalan que el comportamiento del consumidor será clave para definir si este repunte se convierte en una tendencia sostenida o si se trata de un fenómeno transitorio.
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