Durante la final del Mundial de Clubes de la FIFA, celebrada en el estadio MetLife de Nueva Jersey, el expresidente Donald Trump fue objeto de una reacción mixta por parte del público al aparecer en las pantallas gigantes mientras sonaba el himno nacional de Estados Unidos.
El momento, captado en video y ampliamente difundido en redes sociales, muestra a Trump y su esposa Melania de pie junto al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, justo antes del inicio del esperado enfrentamiento entre el Chelsea y el Paris Saint-Germain.
“El abucheo fue notorio y generalizado”, comentaron algunos usuarios, mientras que otros afirmaron que Trump fue más aplaudido que los propios jugadores. Lo cierto es que el incidente desató una ola de reacciones encontradas en las redes sociales, desde celebraciones del rechazo hasta férreas defensas de su figura política.”
La polarización fue evidente en los más de 4.000 comentarios del video publicado en Facebook. Mientras usuarios como @sguzman_writerpr escribieron: “Eso es poco de lo que se merece”, otros como @cardenas_fabian proclamaron: “El mejor presidente de USA con hechos. ¡Viva Trump!”. Para algunos como @mayortom4321, “todo estuvo perfecto”, mientras @3_coffe_and_2_sugar confesó que jamás había visto un presidente ser abucheado de tal forma en sus 50 años de vida.
En cuanto al aspecto deportivo, el encuentro entre el Chelsea y el PSG no decepcionó. El club inglés se consagró campeón del Mundial de Clubes en un estadio lleno, con más de 82.000 espectadores presentes.
Más allá del resultado futbolístico, la noche quedó marcada por una escena inesperada que ha generado intensos debates políticos y mediáticos. Trump, aún en campaña para un posible retorno a la Casa Blanca, volvió a protagonizar un momento que encendió tanto aplausos como silbidos en un evento deportivo de talla mundial al permanacer al lado delos jugadores una vez entregado el trofeo.
Las imágenes del momento siguen siendo replicadas por distintos medios y usuarios, reabriendo discusiones sobre la figura de Trump en la esfera pública estadounidense y mundial. La final, que debía centrarse en lo futbolístico, terminó convertida también en un acto político involuntario.
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