El ministro de Energía y Minas de Cuba, Vicente de la O Levy, compareció ante la Asamblea Nacional del Poder Popular para ofrecer un balance de la crítica situación energética del país.
Durante su intervención, reconoció con franqueza que los apagones no desaparecerán a corto plazo, a pesar de los esfuerzos gubernamentales y los anuncios sobre proyectos en curso.
El combustible, reiteró, “es un tema de prioridad” en un escenario donde la demanda se mantiene elevada durante las 24 horas del día y las capacidades de generación siguen siendo insuficientes.
Uno de los datos más impactantes de la jornada fue la revelación de que el costo de las facturas petroleras supera los 4,000 millones de dólares, una cifra que representa una carga “insostenible” para la frágil economía cubana. Esta dependencia externa del combustible complica aún más los planes para estabilizar el sistema eléctrico nacional. A pesar de algunos avances puntuales, como la recuperación parcial del crudo nacional y el aumento del gas acompañante, la generación diaria solo alcanza los 340 MW constantes, frente a un déficit que ronda los 800 MW.
“No podemos hablar de una solución inmediata. Las centrales térmicas tienen más de cinco décadas de explotación y requieren mantenimientos constantes que no siempre se pueden garantizar”, explicó el ministro.
Aunque reconoció que se ha incorporado progresivamente una capacidad renovable con la entrada de 22 parques solares que suman alrededor de 520 MW, el país sigue lejos de cubrir su demanda energética básica.
En este contexto, el gobierno impulsa la entrada en operación de nuevas unidades térmicas en la CTE "Carlos Manuel de Céspedes" en Santiago de Cuba y en Santa Cruz del Norte. Sin embargo, los expertos advierten que estos esfuerzos resultan todavía insuficientes frente al deterioro estructural del sistema.
“La estrategia actual consiste en contener una emergencia con soluciones temporales, pero sin capacidad real de revertir el colapso energético”, admitió de forma implícita el propio titular del sector.
Mientras tanto, la población cubana continúa enfrentando apagones prolongados, sin una fecha clara para el restablecimiento pleno del servicio. La situación, lejos de mejorar, refleja la profundidad de una crisis estructural que combina el envejecimiento de la infraestructura, la dependencia petrolera, y una economía nacional en situación crítica.
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