El acceso a una vivienda digna en Cuba se vuelve cada vez más incierto. Según datos oficiales del Ministerio de la Construcción (Micons), el país enfrenta un déficit habitacional de 805.583 viviendas, una cifra alarmante que evidencia el deterioro de las condiciones de vida para millones de cubanos.
Del total señalado, más de 400 mil viviendas deben construirse desde cero, mientras que casi 398 mil requieren rehabilitación. Sin embargo, las soluciones avanzan a un ritmo desesperantemente lento. En lo que va de 2025, solo se han construido 2.728 viviendas, lo que representa un incremento del 0,1%, muy por debajo de las necesidades reales de la población.
El informe, presentado ante la comisión de Industria, Construcción y Energía de la Asamblea Nacional, refleja la magnitud del problema. El parque habitacional del país cuenta con 4,1 millones de viviendas, pero solo el 65% se encuentra en buen estado técnico. El restante 35% —equivalente a más de 1,4 millones de viviendas— presenta condiciones regulares o malas, y esta cifra ha empeorado con respecto al año anterior.
El plan de construcción estatal también avanza con serias limitaciones. De las 10.795 viviendas que se planearon construir durante 2025, solo se han terminado 2.382, lo que equivale a un cumplimiento del 22%.
Las autoridades reconocen múltiples obstáculos: escasez de cemento, acero y combustible, paralización de más del 30% de los centros productivos, uso de tecnologías obsoletas y la fragilidad de la infraestructura frente a fenómenos meteorológicos. El ministro del ramo, René Mesa Villafranca, advirtió que recientes ciclones y dos sismos en 2024 han agravado la situación, dejando más de 94 mil viviendas aún pendientes de recuperación.
A esto se suma un deterioro estructural causado por falta de mantenimiento, a menudo imposible de realizar por la carencia de materiales básicos. La crítica de sectores independientes no se ha hecho esperar: economistas y expertos cuestionan que mientras el pueblo carece de viviendas seguras, el régimen continúa priorizando la construcción de hoteles de lujo, en una apuesta por un turismo que tampoco logra despegar en medio de la crisis.
La profunda recesión que vive Cuba —agravada por la pandemia, el endurecimiento de sanciones de EE.UU. y errores de gestión interna— ha dejado al país sin recursos para responder adecuadamente. Escasez de alimentos, medicinas, combustible, apagones constantes e inflación descontrolada forman parte del día a día de la población, que ahora también ve cómo el derecho a una vivienda digna se desvanece.
Mientras tanto, el gobierno insiste en que las metas del programa de vivienda siguen vigentes, aunque el ritmo de ejecución demuestre lo contrario. En un contexto de creciente desesperanza, el déficit habitacional se convierte en otro símbolo del colapso progresivo del modelo económico cubano, cuyas prioridades siguen alejadas de las verdaderas urgencias sociales.
(Con información de EFE)
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