El rechazo a las polémicas declaraciones de la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, sobre la inexistencia de mendigos en Cuba, ha sumado nuevas voces desde el mundo de la cultura.
A la respuesta contundente del actor Luis Alberto García se ha unido ahora la reflexión de la actriz y directora Laritza Camacho, generando un frente común desde el pensamiento crítico y el compromiso social. Ambos artistas han expuesto, desde sus vivencias y sensibilidades, una realidad que la retórica oficial intenta negar.
Luis Alberto García denunció como particularmente alarmante el silencio de todos los presentes durante la intervención de la ministra en el Palacio de Convenciones. “Esto es muy serio”, escribió en su perfil de Facebook, advirtiendo que ningún diputado reaccionó o interpeló a Feitó Cabrera tras afirmar que en Cuba no hay personas sin amparo.
“De lo que se desprende que absolutamente todos los que estaban allí piensan de igual manera y tienen la misma percepción de lo que nos rodea”, lamentó. Con ironía hiriente, comparó el escenario político con un “cónclave” donde no hay disenso y solo se espera la salida del “humito blanco”, en alusión a las decisiones cerradas y unilaterales del poder.
Más allá de su crítica frontal, García también desmontó una de las afirmaciones más ofensivas de la ministra: que muchas personas piden en las calles “disfrazadas”. Para rebatirla, publicó una lista ficticia de técnicos de arte, vestuario y maquillaje del cine cubano, como si fueran responsables de producir las apariencias de los indigentes. “¡Esos brazos famélicos! La dirección de arte del maestro Urdanivia, con los basureros y portales que parecen tan reales… me erizo”, escribió, mostrando fotos impactantes de personas en la calle.
Laritza Camacho, desde una perspectiva igualmente empática, ofreció una reflexión visceral sobre lo que ha visto, tocado y escuchado en sus recorridos por las calles del país.
“No puedo negar lo que han visto mis ojos. Lo que he tocado no es una estadística de la ONEI… es parte de la vida en la capital y en toda Cuba”, dijo. Camacho enumeró escenas desgarradoras: ancianos pidiendo sopa, hombres bañándose en fuentes públicas, otros con dolores visibles y enfermedades no tratadas, seres humanos que, a pesar de todo, intentan hacer ´algún trabajito´ con dignidad.
"Nuestra sociedad está deteriorada, fracturada y enferma, a un grado tal, que lo único honesto que podemos hacer es enfrentar el problema, no taparlo ni endulzarlo", sentenció la actriz.
Además, hizo una invitación directa y sincera: caminar por las calles sin aplausos, sin show político, solo para mirar y preguntar. Escuchar a quienes ayudan, dar voz a las historias individuales, no criminalizar la pobreza. Su llamado es un grito ético ante la negación institucional.
Ambos artistas, desde distintos ángulos, denuncian la desconexión entre el discurso oficial y la realidad palpable. El intento por maquillar la pobreza solo revela el miedo al espejo que la calle ofrece.
Ni los diputados, ni los medios oficialistas, ni la ministra misma pueden seguir negando lo que ya es inocultable: Cuba tiene pobreza, tiene mendicidad y tiene un aparato político empeñado en esconderla. El testimonio de Camacho y García recuerda que aún hay voces que se niegan a callar.
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