Lo que debía ser una muestra del poderío militar de Corea del Norte terminó en una humillación pública. Un destructor de nueva generación, con un peso estimado de 5.000 toneladas, sufrió un aparatoso accidente durante su botadura en el puerto oriental de Chongjin, causando la ira del líder norcoreano Kim Jong-un, quien calificó el fallo como un “acto criminal”.
Durante la ceremonia, celebrada con la presencia del propio Kim, la rampa de lanzamiento colapsó antes de tiempo, provocando que la popa del buque cayera al mar de manera descontrolada, mientras la proa quedaba atrapada en tierra firme. El impacto dejó al barco parcialmente volcado y con daños estructurales considerables, según informó el diario oficial Rodong Sinmun.
Kim, visiblemente indignado, acusó directamente a varias instituciones científicas y militares de “negligencia, empirismo anticientífico e irresponsabilidad”. La reacción del mandatario ha sido inusualmente dura y pública, lo que, para algunos analistas, responde al deseo de reafirmar su autoridad en medio de crecientes desafíos internos.
Este nuevo navío es parte del ambicioso programa de modernización naval emprendido por Pyongyang, que busca transformar su anticuada flota de origen soviético en una fuerza marítima moderna. Apenas semanas antes, Corea del Norte había presentado el destructor Choe Hyon, el primero de una serie de buques avanzados que, según medios estatales, estarían equipados con armamento sofisticado, aunque no se han mostrado pruebas verificables de su capacidad.
El ejército surcoreano confirmó este jueves que el nuevo destructor permanece volcado en el puerto de Chongjin y que parece tener un diseño similar al Choe Hyon. Analistas navales advierten que un accidente de esta magnitud puede ser devastador, ya que las tensiones estructurales al momento de la caída podrían haber dañado de forma permanente el casco o incluso la quilla del buque.
El incidente también pone en duda la capacidad real de Corea del Norte para sostener su programa de renovación naval, que, según informes, podría estar recibiendo apoyo técnico de Rusia. Desde que Kim y Vladímir Putin firmaron un acuerdo de cooperación en defensa en 2024, se han intensificado los intercambios entre ambas naciones, lo que incluye asistencia en tecnología militar.
A pesar del revés, Kim ordenó que el destructor sea reparado antes de finales de junio, en vísperas de la próxima reunión plenaria del Partido de los Trabajadores. Además, prometió abordar el incidente durante ese encuentro y exigió una reestructuración en varias instituciones científicas y técnicas responsables del proyecto.
Lo más sorprendente del caso es el enfoque informativo. En un país donde los errores suelen ser ocultados por la propaganda oficial, la publicación destacada del fracaso en el principal diario estatal sugiere una estrategia de control interno: visibilizar el error para demostrar el castigo. Expertos citados por medios como NK News ven esta táctica como un intento de Kim de reafirmar su autoridad mediante la exposición pública de los fallos del sistema y la exigencia de disciplina.
Más allá del bochorno diplomático, el episodio refleja las limitaciones estructurales del régimen norcoreano, que, a pesar de su retórica belicista y sus proyectos de desarrollo armamentístico, continúa enfrentando serios problemas técnicos, logísticos y económicos.
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