El histórico comandante sandinista Bayardo Arce Castaño, una figura clave en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y asesor económico del presidente Daniel Ortega durante más de dos décadas, ha sido puesto bajo arresto domiciliario en Nicaragua, en lo que muchos interpretan como una nueva purga del régimen encabezado por Daniel Ortega.
Arce, quien fue uno de los nueve comandantes que integraron la Dirección Nacional del FSLN en la década de 1980, jugó un papel fundamental en la interlocución entre el gobierno de Ortega y el empresariado nicaragüense. Tras la derrota del sandinismo en las elecciones de 1990, Arce se reinsertó en la vida económica como empresario y luego se consolidó como operador político de confianza tras el retorno de Ortega al poder en 2007.
Durante años, representó el “modelo de consenso” entre el Ejecutivo y el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), una alianza que se vino abajo tras el estallido social de 2018. Desde entonces, el distanciamiento entre el gobierno y el sector privado se agudizó, al igual que la represión contra opositores y voces críticas, incluso dentro del propio sandinismo.
El domingo por la noche, la escolta que custodiaba a Arce fue retirada sin previo aviso, y al día siguiente fue citado para una entrevista junto a dos de sus colaboradores más cercanos, Ricardo Bonilla y Ajax Delgado. Aunque estos fueron liberados posteriormente, Arce fue trasladado a su vivienda, donde permanece bajo vigilancia policial.
Según fuentes cercanas al excomandante, el arresto domiciliario sería un “castigo simbólico” que busca marginarlo sin someterlo a una celda, posiblemente en consideración a su papel histórico en la revolución. Sin embargo, las autoridades también han procedido a requisar propiedades, oficinas y dispositivos electrónicos relacionados con Arce, mientras su hermano Gerardo Arce Castaño, magistrado de la Corte Suprema, fue interrogado por la Policía.
Las purgas dentro del oficialismo nicaragüense no son nuevas, pero esta acción ha generado especial atención por el peso simbólico y político de Arce. Diversas voces apuntan a la vicepresidenta Rosario Murillo como la principal impulsora de este movimiento, que estaría dirigido a eliminar cualquier vestigio de autonomía dentro del sandinismo histórico, de cara a una eventual sucesión.
“Rosario está despejando el camino. Con Ortega envejecido y ausente del escenario público en varias ocasiones, ella quiere asegurarse el control absoluto, sin voces incómodas alrededor”, indicó una fuente vinculada al viejo sandinismo.
Bayardo Arce era el último de los grandes comandantes históricos con alguna influencia activa dentro del régimen. Su marginación podría marcar el cierre de una etapa dentro del FSLN y confirmar el avance de una estructura cada vez más centrada en el poder personalista de Murillo, quien ha fortalecido su control en ministerios, fuerzas de seguridad y medios estatales.
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