Lara Crofs, cuyo nombre real es Yamilka Lafita Cancio, es una activista cubana reconocida por su labor humanitaria y su firme postura crítica contra el régimen cubano.
Ha llevado adelante iniciativas para ayudar a personas vulnerables y denunciar violaciones de derechos humanos en la Isla. En esta ocasión, Lara nos lleva de la mano hacia el pensamiento negativo que el sistema social que impera en Cuba ha impuesto entre la población, cuando es mejor desear el mal del prójimo que luchar por mejorar su condición de vida.
"Últimamente paso más tiempo en la azotea de mi casa o la de mi vecina, que en cualquier otro lugar. Desde allí, entre sombras, brisa y resignación, intento procesar lo que ocurre abajo, en esa Habana cada vez más castigada por los apagones.
"Zonas que rara vez sufrían cortes de electricidad hoy viven sumidas en la oscuridad, como si el país se vengara de sí mismo. Lo que antes parecía una excepción, ahora es rutina: la ciudad va cediendo ante una lógica de tinieblas que no solo es eléctrica, sino también moral.
"En mi reparto, el apagón llegó por demanda popular. No por el clamor de quienes piden derechos, sino por la presión de un grupo de vecinos inconformes (en su mayoría del Oriente del país) que decidieron ir ´a todas´.
"Recogieron firmas, presentaron quejas, tocaron puertas y sellaron la paradoja: exigieron que nos quitaran la electricidad a nosotros. Nos llamaban de horma déspota los “VIP”. Su argumento era simple, brutal en su lógica: si los albergues y edificios de los alrededores están en penumbras, no es justo que nosotros tengamos electricidad. Lo justo, según esa lógica torcida, es que todos estemos mal.
"El daño antropológico que ha causado esta revolución es profundo. Se ha deformado tanto la fibra moral del individuo, que desearle el mal al otro parece más lógico que reclamar el bien común. La miseria no ha sido solo material, sino ética. Se ha cultivado una cultura del resentimiento, una espiritualidad invertida donde la justicia se confunde con la igualdad en el sufrimiento, no en el bienestar. Ya no se exige una vida digna, sino que el vecino también se hunda, aunque eso no mejore tu situación un ápice.
"No es un fenómeno exclusivo de Cuba, pero aquí se vuelve más palpable. Al ser humano le cuesta más desear el bien colectivo que pedir el mal ajeno. Porque el bien compartido exige empatía, conciencia, generosidad y visión de futuro. El mal, en cambio, se desea desde el impulso más primitivo de la envidia, desde la herida abierta que nunca encontró consuelo.
"Así vamos, en esta Isla del absurdo, donde el termómetro moral se ha roto y el sentido de comunidad se ha vaciado. En vez de exigir el derecho a la luz, se exige la oscuridad para todos. Esa es la involución que deja el socialismo tropical, donde la mezquindad no es una excepción, sino un mecanismo de defensa.
“La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.”
Miguel de Unamuno
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