Un terremoto de magnitud 8,8 sacudió este miércoles 30 de julio la costa este de Rusia, frente a la península de Kamchatka, provocando una alarma internacional por la magnitud del evento.
Se trata del sexto terremoto más fuerte jamás registrado desde que existen mediciones modernas, un fenómeno que inmediatamente fue comparado con desastres históricos como el terremoto de Chile en 2010 o el devastador sismo de Ecuador y Colombia en 1906, ambos acompañados de tsunamis mortales.
La potencia del sismo ruso fue tal que activó sistemas de alerta en todo el Pacífico y puso en evidencia nuevamente los peligros latentes de las zonas de subducción.
El fenómeno ocurrió en la zona de subducción de Kuril-Kamchatka, donde la placa del Pacífico se desliza bajo la placa Okhotsk. Lisa McNeill, profesora de tectónica en la Universidad de Southampton, explicó que este evento rompió incluso más allá de los límites de esa zona, lo cual es raro y preocupante.
“Fue una ruptura importante, parecida en entorno tectónico al terremoto de Japón en 2011 y al del Océano Índico en 2004, ambos con consecuencias catastróficas y tsunamis masivos”, explicó.
"Un terremoto de esta magnitud no solo sacude físicamente el suelo, también desestabiliza la percepción de seguridad en toda la región del Pacífico. Estos eventos son recordatorios de que la Tierra está viva y su energía interna, acumulada por décadas, puede liberarse en cuestión de segundos con consecuencias devastadoras."
Afortunadamente, el epicentro se ubicó a gran profundidad y en mar abierto, lo que limitó los daños en zonas habitadas. No obstante, el sismo fue ampliamente sentido y generó pánico en poblaciones costeras rusas.
La amenaza de tsunami fue evaluada por centros como el PTWC (Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico), aunque hasta ahora no se reportaron olas destructivas significativas.
Este evento vuelve a poner en foco la necesidad de vigilancia permanente y de inversión en sistemas de alerta temprana. Si bien algunos usuarios en redes sociales bromearon con que Rusia les había “arrebatado el puesto” a países sísmicamente activos como Chile o México, lo cierto es que los sismos de magnitud extrema no distinguen fronteras. Las placas tectónicas operan bajo reglas propias, invisibles pero inquebrantables.
"El terremoto de Rusia no fue solo un evento aislado, sino parte de un patrón geológico global. Cada vez que uno de estos gigantes despierta, el mundo recuerda su fragilidad ante las fuerzas que dan forma al planeta."
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