Las tensiones entre Washington y La Habana han aumentado en los últimos meses a raíz de las acciones del jefe de misión de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, Mike Hammer, cuya presencia activa y cercana a diversos sectores de la sociedad cubana ha generado una fuerte reacción del gobierno de Miguel Díaz-Canel.
Desde su llegada a La Habana en noviembre de 2024, Hammer ha desarrollado una agenda pública poco común para un diplomático en la isla: ha visitado a opositores, conversado con ciudadanos comunes y ha documentado sus actividades mediante redes sociales oficiales. Esta forma de actuar, más visible y directa que la de sus predecesores, ha sido considerada por el régimen cubano como una injerencia inadmisible en los asuntos internos del país.
Según un informe de BBC News, el diplomático estadounidense ha recorrido varias provincias del país, reuniéndose con disidentes, periodistas independientes, familiares de presos políticos y líderes religiosos críticos del gobierno. Entre las figuras con las que se ha encontrado se encuentran Marta Beatriz Roque, el sacerdote José Conrado y Nelva Ortega, esposa del encarcelado opositor José Daniel Ferrer.
En un video publicado el 16 de mayo por la embajada de EE.UU., Hammer aparece abrazando a Ortega y a su hijo, acompañado del mensaje: “José Daniel debe ser liberado, junto con todos los presos políticos”. Un gesto que provocó una fuerte reacción del aparato estatal cubano.
Además de estas visitas, Hammer ha buscado acercarse a la ciudadanía en general. En sus redes sociales se le ha visto conversando con jóvenes, jugando al dominó y compartiendo comidas con familias cubanas, todo parte de una estrategia de visibilidad e interacción directa.
El 3 de mayo, publicó un video presentándose en español y animando a los cubanos a contactarlo por correo o a conversar si lo veían por la calle. Días después, se le vio en Bejucal cocinando y dialogando con una pareja sobre su vida cotidiana. Según la embajada, cientos de personas han solicitado reunirse con él.
Estas acciones, aunque bien recibidas por algunos sectores de la población, han generado malestar en el régimen. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba denunció públicamente lo que calificó como una “actitud injerencista” por parte de diplomáticos estadounidenses, sin mencionar directamente a Hammer, pero haciendo evidente la referencia. El funcionario Alejandro García del Toro acusó a la misión estadounidense de fomentar la subversión política, violando la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas.
La prensa oficialista también ha reaccionado con dureza. En Cubadebate, el comentarista Randy Alonso Falcón calificó el comportamiento de Hammer como “molesto e injerencista”, sugiriendo que ponía a prueba la paciencia del gobierno cubano. Por su parte, el youtuber progubernamental “Guerrero Cubano” lo acusó incluso de “sedición” tras su visita al opositor Guillermo “Coco” Fariñas, afirmando que ambos conspiraban contra el sistema comunista.
Las actividades de Hammer son aún más llamativas considerando el alto grado de vigilancia al que están sometidos los diplomáticos estadounidenses en Cuba. Según BBC News, su presencia fuera de la sede diplomática activa operativos de seguimiento que incluyen autos con equipos de vigilancia, conocidos como “furgonetas de la técnica”, y agentes encubiertos.
Para muchos cubanos, reunirse con un representante de la embajada de EE.UU. implica riesgos: interrogatorios, amenazas o mayor escrutinio por parte de la Seguridad del Estado. Sin embargo, el enfoque del diplomático ha generado interés y simpatía entre sectores que buscan visibilidad para sus demandas.
Pese a las críticas, el gobierno cubano no ha dado señales de que vaya a expulsar a Hammer. “El pueblo cubano, que ha mandado de paseo a 13 presidentes gringos, no va a morder el cebo. ¿Expulsarlo? Ni pensarlo. Eso sería darle el gusto a Washington”, escribió el medio oficialista Razones de Cuba el pasado 16 de mayo.
Y es que una expulsión podría desencadenar medidas recíprocas en EE.UU., afectando a la representación diplomática cubana en Washington y Nueva York, en un momento en que el gobierno de Díaz-Canel necesita mantener abiertos ciertos canales de comunicación y cabildeo, especialmente en su cruzada contra el embargo económico.
Mientras tanto, la estrategia de Hammer parece estar diseñada para exponer, visibilizar y conectar. Y lo hace con un nivel de apertura sin precedentes, que no solo irrita a las autoridades cubanas, sino que también marca un giro audaz en la diplomacia estadounidense en la isla.
(Con información de BBC News)
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