En un inicio fue motivo de orgullo. La Sala Polivalente se presentaba como la primera instalación deportiva de su tipo en toda América Latina, una obra que sintetizaba el impulso de una nación por desarrollar el deporte como bandera. Las autoridades se vanagloriaban de su modernidad y capacidad multifuncional.
En su interior se vivieron momentos memorables: fue el escenario de la primera pelea de Armandito Martínez frente al canadiense Shaw O'Sullivan, así como del talento indiscutible de voleibolistas de clase mundial como Carl Kiraly y Steve Timmons. También vibraron sus gradas con las hazañas de nuestras legendarias Morenas del Caribe, y hasta un joven Javier Sotomayor saltó allí por primera vez por encima de los dos metros.
A la par de eventos deportivos, la cultura tuvo su espacio. El popular programa “9550” llevó artistas invitados y espectáculos que dejaron huella. Festivales Nacionales de Gimnasia Aerobia, torneos de Judo, Bádminton, Baloncesto, Tenis de Mesa y muchos más llenaron de vida sus instalaciones. La Sala no era solo un recinto deportivo: era un punto de encuentro para la formación integral del talento cubano, una escuela de esfuerzo y disciplina bajo techo.
Hoy, ver su estado actual provoca un nudo en la garganta. Las ruinas que permanecen apenas permiten imaginar la grandeza que allí se vivió. El silencio ha reemplazado al bullicio del público. Las gradas donde miles aplaudieron a ídolos nacionales e internacionales, o al niño de la casa en una destacada rutina gimnástica, son hoy estructuras deterioradas, invadidas por el abandono.
Es difícil creer que un sitio tan lleno de historia y pasión haya llegado a este nivel de deterioro. Lo más triste: aún perduran quienes no permitieron que durara.
La memoria colectiva guarda esos años de esplendor. La Sala Polivalente fue, durante una etapa, la instalación bajo techo más activa y mejor aprovechada del país. Transmití innumerables eventos desde allí para la televisión nacional, y cada uno me acercaba más a la esencia del deporte cubano.
Eugenio George, entrenador insigne, la convirtió en centro de entrenamiento de nuestras Morenas antes de las grandes competencias. No era casualidad: la energía de ese lugar contagiaba, inspiraba.
Vi allí no solo medallas, sino esfuerzo, lágrimas, abrazos, frustraciones y sueños cumplidos. Por eso, extraño profundamente esa instalación. No se trataba solo de paredes y techos: era un templo donde se honraba el espíritu deportivo en toda su expresión. Su abandono es, sin duda, una herida abierta para quienes la vivimos de cerca.
El para muchos, mejor narrador y comentarista deportivos de Cuba, René Navarro se suma al sentir de Nelson de la Rosa y al de todos los cubanos que amamos el deporte:
"Transmití innumerables eventos a través de nuestra TV y hubo una feliz etapa que la situó como la instalación bajo techo mejor utilizada del país. Ya relacionaste, Nelson, algunas de las competencias de primer nivel que se efectuaron en esa Polivalente. Pero —agrego— Eugenio George mudaba para allá su centro de entrenamiento antes de las grandes competencias de los mejores momentos de nuestras MORENAS. Yo extraño muchísimo esa instalación porque en ella compartí decenas de transmisiones deportivas de varias disciplinas. Verdadera lástima e imperdonable abandono."
Un aficionado, Mario Hernández Alfonso se une al comentario: "Así mismo es, duele muchísimo. Al saber de la historia que marcó en el deporte de San José, de la otrora provincia Habana y hasta de Cuba, verla como poco a poco se cayó en pedazos una instalación magnífica por la que desfilaron varias generaciones y que los más jóvenes no tendrán noción de cuán valiosa era para el pueblo amante del deporte. Otra conquista destruida"
Sury Mirabal : "yo amo la gimnástica y de pequeña asistí a un Moncada. Allí estaba lo que más brillaba de ese deporte: León Richard, Orisel, Raulito, Casimiro, Castro. Los mismos que llevaron a Cuba a sitiales importantes del universo de tan bello deporte. ¡Qué pena! Así se ha destruido todo"