El régimen cubano y su aparato mediático celebraron este jueves como un éxito la reconexión total del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), tras varios días de apagones que dejaron a millones de ciudadanos sin servicio. La información fue divulgada por el Ministerio de Energía y Minas (Minem) a través de la red social X, donde se aseguró que todas las provincias ya quedaron enlazadas al SEN, después de una recuperación “paulatina” durante la jornada.
Según el parte oficial, el país logró pasar de cero megawatts a poco más de 100 MW en las últimas 24 horas, con lo que se consiguió restablecer la interconexión en territorios como Santiago de Cuba, Granma, Guantánamo, Artemisa y Pinar del Río. Sin embargo, este “récord” en la recuperación llega tras una de las peores crisis energéticas vividas recientemente, marcada por un apagón masivo que evidenció la fragilidad de la infraestructura eléctrica.
El propio Miguel Díaz-Canel reaccionó en su cuenta de X con un mensaje de agradecimiento a los trabajadores del sector, a quienes calificó de “héroes” por enfrentar los problemas derivados del envejecimiento de las plantas y de lo que denominó “persecución energética y financiera del bloqueo genocida contra Cuba”.
“Nuestro reconocimiento por el récord en la recuperación del SEN y por su heroico enfrentamiento cotidiano a los desafíos de plantas envejecidas y golpeadas por la persecución energética y financiera del bloqueo”, escribió el mandatario.
La prensa oficialista replicó estas palabras con titulares que presentaban el restablecimiento del sistema como una victoria del Gobierno, evitando profundizar en las causas estructurales que han llevado a Cuba a una crisis eléctrica sin precedentes. El discurso, una vez más, recurre a la narrativa del embargo estadounidense como la causa fundamental de los apagones, minimizando el hecho de que el colapso se debe principalmente a décadas de desinversión, corrupción y falta de mantenimiento en la infraestructura energética.
En la realidad cotidiana, los cubanos conviven con apagones prolongados, falta de combustible y un sistema eléctrico al borde del colapso. Los cortes de luz no solo afectan la vida doméstica, sino que golpean duramente a hospitales, centros de trabajo, transporte, educación y la ya debilitada producción de alimentos.
El énfasis propagandístico en celebrar una reconexión temporal contrasta con el malestar ciudadano, que no encuentra soluciones de fondo a un problema estructural. La población no aplaude los “récords” de recuperación, sino que reclama estabilidad y respuestas reales a un servicio básico que debería ser garantizado sin necesidad de triunfalismos.
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