El Ministerio de Turismo de Cuba (Mintur) reaccionó en redes sociales tras el apagón masivo que afecta a la isla desde las 9:14 a.m. del miércoles 10 de septiembre, provocado por la salida imprevista de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras en Matanzas, lo que colapsó por completo el Sistema Electroenergético Nacional (SEN).
En su comunicado, el organismo intentó enviar un mensaje de tranquilidad a los visitantes internacionales: “La mayoría de nuestros hoteles y servicios turísticos disponen de generadores eléctricos y recursos para operar con normalidad”, aseguró. El mensaje, sin embargo, expone con claridad las prioridades del régimen: garantizar el turismo, aunque la población enfrente cortes de más de 20 horas diarias.
El contraste es evidente. Mientras ciudades y pueblos permanecen en penumbras, el sector turístico —administrado en gran medida por GAESA, el conglomerado militar— se mantiene protegido de la crisis. Casos como el de Caibarién, en Villa Clara, lo demuestran: allí, los residentes llevan semanas sin agua potable, pero el vital líquido fluye sin interrupciones hacia los hoteles de Cayo Santa María a través de un extenso acueducto.
El periodista Mario J. Pentón recordó en sus redes que GAESA controla alrededor de 18 mil millones de dólares en activos líquidos, y cuestionó si esa fortuna se utilizará en algún momento para rescatar al SEN en ruinas. “El régimen prefiere mantener sus islas de abundancia: enclaves turísticos y de privilegio donde nunca falta la comida, las mulatas ni, mucho menos, la electricidad. Eso, y solo eso, es lo que realmente importa”, escribió.
En medio del apagón más severo del año, la brecha entre la realidad de los cubanos y la burbuja turística vuelve a quedar expuesta: turismo sí, pueblo no.