La valentía del programa transmitido desde Cienfuegos el pasado 9 de septiembre de 2025 fue un acto excepcional en medio del silencio habitual de los medios cubanos. Por unos minutos, se habló con sinceridad, se hizo periodismo real y se abordaron temas que normalmente son barridos bajo la alfombra del poder.
Pero en Cuba, ese tipo de osadía tiene consecuencias.
Como escribió Manuel Viera en su publicación: “La prensa cubana no es prensa. No es libre, no es inmediata, no es transparente”. Y lo sabe bien, porque trabajó dentro del ICRT y vivió la censura desde adentro. Lo que se transmite en la televisión nacional no es información, es un guion escrito por los intereses ideológicos del Estado.
Muchos cubanos reaccionaron ante este inusual momento de franqueza con una mezcla de asombro, orgullo y escepticismo. Algunos dijeron: “Ya deben estar sancionados” o “Eso fue armado, no les creo”. Y es que durante más de seis décadas, la prensa oficial ha actuado como vocera del partido único, no como representante del pueblo.
Ejemplos de represión a la prensa independiente sobran. Periodistas como Luz Escobar, Yoe Suárez o Abraham Jiménez han sido acosados, detenidos o forzados al exilio. Después del 11 de julio de 2021, se arrestó a comunicadores por transmitir en vivo lo que pasaba en las calles. En 2024, cuando se produjeron los incendios en Pinar del Río, la televisión estatal ocultó los hechos durante días, mientras la prensa independiente ya tenía reportes e imágenes.
La desinformación no es casual: es parte del sistema. Como comentó una usuaria, “Desde que te seleccionan para estudiar periodismo, ya tienen que saber que eres incondicional al régimen”. Lo que debería ser un espacio para la verdad se ha convertido en una fábrica de consignas.
Pero algo está cambiando.
La gente lo nota, lo dice, lo comparte en redes: “No son periodistas, son voceros”, “La credibilidad es cero”, “Solo repiten lo que les mandan”. Esas voces, aunque dispersas, demuestran que el pueblo cubano está cansado de que le mientan.
La valentía del equipo de Cienfuegos, aunque probablemente reprimida después, fue una pequeña grieta en el muro. Y en Cuba, cada grieta cuenta. Porque mientras la prensa siga siendo controlada por el poder, será imposible hablar de democracia.
Pero cuando se rompen los silencios, empieza el cambio.
Perfil de Manuel Viera Porelcambio