La policía y el Cuerpo de Guardabosques de Cuba descubrieron recientemente una plantación con más de 3 mil plantas de marihuana en la zona montañosa de “La Tabla”, en el municipio Tercer Frente, Santiago de Cuba. El operativo, divulgado por el perfil oficialista "Héroes del Moncada", incluyó la detención de varios individuos implicados tanto en el cultivo como en la comercialización del estupefaciente.
Además de las plantas, las autoridades hallaron una gran cantidad de semillas listas para ser sembradas, lo que evidencia una operación a gran escala que pretendía mantener una producción continua. El hecho ha generado alarma no solo por el volumen, sino también por su localización en áreas rurales donde la presencia institucional es limitada, lo que facilita estas actividades.
Este caso no es aislado. En abril de este mismo año, se reportó otro extenso sembradío de marihuana en el Consejo Popular Molino Rojo, en Bayamo, provincia de Granma. El responsable, identificado como Lázaro, tenía más de 1,200 plantas cultivadas en su terreno agrícola. Vecinos de la zona expresaron su indignación al descubrir que, en lugar de sembrar alimentos, el terreno se usaba para producir lo que calificaron como “veneno” que afecta a jóvenes y familias enteras.
También en abril, en Campo Florido, municipio de Habana del Este, fue intervenida la finca "La Lima", donde se incautaron 16 plantas en crecimiento, semillas listas para sembrar y una suma considerable de dinero en efectivo, presuntamente derivada de la venta de drogas. En noviembre de 2024, otro caso fue reportado en el barrio Las Minas, en Báguanos, Holguín, donde se encontró marihuana cultivada dentro de una finca perteneciente a una unidad estatal.
Estos descubrimientos confirman una tendencia preocupante: el narcotráfico y consumo de drogas están dejando de ser fenómenos aislados en Cuba para convertirse en un problema estructural que las autoridades no logran contener. Aunque el régimen insiste en campañas de concientización con mensajes como “las drogas destruyen sueños, familias y sociedades”, lo cierto es que los operativos recientes revelan una realidad mucho más compleja y extendida.
La proliferación de cultivos ilegales refleja una falta de control efectivo por parte del Estado en zonas rurales y periurbanas, donde la crisis económica, la falta de empleo y el debilitamiento del tejido social empujan a muchos cubanos a involucrarse en estas actividades ilícitas como forma de subsistencia.
El impacto más grave recae sobre la juventud. Cada vez más jóvenes son víctimas del consumo de sustancias ilegales, situación que contribuye al deterioro de su salud física y mental, la deserción escolar y la fragmentación familiar. La falta de una estrategia integral de prevención, atención y reinserción agrava este escenario.
Pese a los esfuerzos propagandísticos de perfiles afines al gobierno como “Héroes del Moncada” o “Cazador-Cazado”, lo cierto es que la expansión del narcotráfico pone en entredicho la eficacia del control estatal y de los mecanismos de seguridad. El fenómeno, que antes se consideraba ajeno a la realidad cubana, hoy crece en silencio y bajo tierra, como las mismas plantas que ya brotan en campos que alguna vez sirvieron para cultivar alimentos.
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