Tapachula, en el estado mexicano de Chiapas, se ha convertido en un inesperado destino final para miles de cubanos que han huido del régimen castrista y de la crisis económica y social que atraviesa la isla. Según datos de la Unidad de Política Migratoria del Instituto Nacional de Migración (INM), más de 14 mil ciudadanos cubanos residen actualmente en esta ciudad fronteriza, donde intentan reconstruir sus vidas lejos de la represión y la escasez.
La presencia cubana en Tapachula ha aumentado considerablemente en los últimos años, impulsada por las restricciones migratorias impuestas por Estados Unidos, que han obligado a muchos a buscar alternativas para asentarse en otros países. En ese contexto, México se ha transformado en una opción viable gracias a los programas de refugio y regularización que permiten acceder a derechos básicos como salud, educación y trabajo.
Los cubanos, junto a los haitianos —otra comunidad en crecimiento que supera los cinco mil en la ciudad—, son ahora mayoría entre los solicitantes de asilo en esta región del sur de México. Muchos trabajan como albañiles, repartidores, estilistas o comerciantes, y algunos incluso han comenzado pequeños negocios, en un esfuerzo por integrarse social y económicamente.
A diferencia de otros migrantes que continúan su ruta hacia el norte, numerosos cubanos han optado por establecerse definitivamente en Tapachula. Según datos de ACNUR, el 41% de los migrantes irregulares que llegan a México considera ahora al país como su destino final, frente al 26% que lo hacía en 2023. Este cambio revela un nuevo paradigma migratorio en el que México deja de ser un país de tránsito para convertirse en un lugar de asentamiento.
Historias como la de Jorge, un joven cubano que llegó hace dos años y ahora trabaja como estilista en el centro de la ciudad, ilustran este fenómeno. “No quiero regresar a Cuba ni seguir rumbo al norte. Aquí tengo trabajo, he hecho amistades y me siento más libre”, relata. Su objetivo ahora es reunir el dinero suficiente para traer a su madre y a su hermana desde La Habana.
A pesar de las oportunidades, la comunidad migrante aún enfrenta desafíos importantes, como la discriminación, la precariedad laboral y las limitaciones para acceder a viviendas dignas. Sin embargo, muchos coinciden en que, a pesar de las dificultades, Tapachula ofrece algo que les fue negado en sus países de origen: la posibilidad de empezar de nuevo.
El fenómeno migratorio en esta región no se limita solo a cubanos. Tapachula acoge a personas provenientes de Haití, Venezuela, países africanos y asiáticos. No obstante, el crecimiento exponencial de la comunidad cubana ha sido particularmente significativo, y su integración está dando un nuevo rostro a la ciudad, con una mezcla cultural cada vez más diversa.
En palabras de Manuel Nucamendi, jefe de oficina de ACNUR en Tapachula, “hoy muchas personas han optado por naturalizarse como ciudadanos mexicanos y aportar al desarrollo económico y social de esta zona”. La ciudad, históricamente receptora de migrantes, se enfrenta ahora al reto de convertirse en un verdadero espacio de inclusión y oportunidades para quienes, como los cubanos, han decidido echar raíces lejos del lugar donde un día les fue imposible vivir en libertad.
(Con información de Diario del Sur)
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