Lo que parecía ser un show musical más entre el cantautor cubano Francisco "Pancho" Céspedes y la actriz mexicana Susana Zabaleta terminó convirtiéndose en un episodio de controversia pública que ha dividido opiniones, despertado críticas en redes y puesto nuevamente sobre la mesa el debate sobre los límites del humor y el respeto en los escenarios.
Todo ocurrió durante un reciente concierto en Oaxaca, donde, según relató la propia Zabaleta en el programa Ventaneando, Céspedes hizo una broma con connotación sexual que la dejó incómoda y molesta frente a la audiencia: “No te muevas así que se me para la ver…”, fue la frase que desencadenó la polémica. Aunque Pancho suele adoptar un tono bromista y desenfadado en sus presentaciones, esta vez el comentario fue interpretado por la actriz como una falta de respeto y, más aún, como una “presunta agresión sexual”.
Zabaleta aclaró que no se trataba de un chiste aislado, sino de un acto improcedente en el contexto de un espectáculo público. Aunque no se han interpuesto denuncias formales, su testimonio ha bastado para que el caso cobre visibilidad en medios y plataformas digitales, donde se multiplican los videos, opiniones y debates.
Pancho Céspedes respondió con una disculpa, negando cualquier intención ofensiva y lamentando el malestar ocasionado. Sin embargo, su intervención no detuvo la ola de críticas. Además, se sumó un nuevo punto de fricción: Céspedes habría mencionado erróneamente que Zabaleta había padecido cáncer, algo que el entorno de la actriz desmintió tajantemente.
El incidente expone un choque cultural y generacional. Céspedes, nacido en Cuba y formado en un contexto donde el humor picaresco es parte del tejido social cotidiano, ha mantenido durante años un estilo relajado, afectuoso y juguetón en el trato con colegas y público. Frases como “Mami, qué linda estás tú hoy” o “¿Pa' dónde vamos después del show?” son parte de su repertorio informal. Pero este estilo, que en otros contextos ha sido recibido con complicidad, parece no haber encontrado el mismo eco esta vez.
Zabaleta, aunque cercana al artista, proviene de un marco cultural distinto y ha sido clara al manifestar que el comentario la hizo sentir invadida. Su reacción, más allá del hecho puntual, refleja una sensibilidad contemporánea que exige mayor cuidado con el lenguaje, especialmente en espacios donde el consentimiento y el respeto deberían prevalecer.
En redes sociales, la división ha sido evidente: mientras unos critican a Céspedes por "pasarse de la raya", otros acusan a la actriz de "sobrerreaccionar". Pero más allá de la polémica puntual, el episodio abre una reflexión sobre las nuevas reglas de convivencia y los códigos que rigen las interacciones públicas. ¿Hasta dónde puede llegar el humor? ¿Es suficiente la intención para justificar una frase?
El caso Céspedes-Zabaleta se suma a una larga lista de incidentes que marcan el cambio de época. Así como ocurrió en los Oscar con Will Smith y Chris Rock, lo que antes podía pasar inadvertido hoy es motivo de escrutinio público.
El cantante cubano podría no enfrentar consecuencias legales, pero ya carga con un daño a su imagen difícil de revertir. Algunos usuarios han pedido disculpas públicas más contundentes, y otros, incluso, sugieren un retiro temporal de los escenarios. En todo caso, el desenlace aún está por escribirse.
Una vez más, el escenario —ese espacio sagrado donde se encuentran arte, emoción y vulnerabilidad— se convierte en terreno de disputa cultural. Lo que se diga o se calle, lo que se bromee o se critique, tiene un eco cada vez más fuerte y menos predecible.
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