La producción de huevos en Cuba atraviesa uno de sus peores momentos. Con la pérdida de más de 1,3 millones de gallinas ponedoras en los últimos meses —y más de dos millones en total durante 2024— el país enfrenta una crisis sin precedentes en la industria avícola. La escasez de insumos, principalmente piensos y materias primas importadas, ha paralizado gran parte de la producción nacional, obligando a recurrir a esquemas de emergencia y, cada vez más, a la importación a través de actores privados.
Hoy en día, comprar un cartón de huevos en Cuba puede costar entre 2,700 y 3,300 pesos cubanos, con cada unidad alcanzando precios de 90 a 110 pesos en el mercado informal. Esta cifra supera con creces la pensión mensual de muchos jubilados. Y aunque los huevos han reaparecido en tiendas en moneda libremente convertible (MLC), con precios cercanos a los 6 USD por bandeja, siguen siendo inalcanzables para gran parte de la población.
La mayoría de los huevos que se encuentran actualmente en venta por las mipymes no provienen de granjas nacionales. Muchos de estos negocios importan el producto, en su mayoría desde República Dominicana, como confirmó uno de los distribuidores entrevistados en La Habana. Otros pocos aseguran tener producción propia, aunque no logran cubrir la demanda interna.
El informe económico del primer semestre de 2025, presentado ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, califica la producción de huevos como el "renglón agropecuario más afectado". La falta de divisas, sumada a la dependencia casi total de insumos extranjeros como maíz, soya y premezclas vitamínicas, han puesto en jaque a un sector históricamente controlado por el Estado.
Jorge Luis Parapar López, presidente del Grupo Empresarial de Alimentos y Aves (Gealav), explicó que la situación es crítica. “La avicultura cubana está como nunca: en una situación muy desfavorable”. Para intentar revertir el colapso, el Estado ha implementado un nuevo modelo de gestión basado en asociaciones con empresas mixtas, cooperativas y entidades estatales con liquidez, como TabaCuba.
Este esquema de "formas cooperadas" consiste en que estas entidades aportan el alimento —que deben importar— y el sistema estatal provee las gallinas, la tecnología y la mano de obra. Aunque ha permitido retomar parte de la producción para sectores priorizados, como el programa materno-infantil y las dietas médicas, su alcance es limitado y no soluciona el abastecimiento general de la población.
Entre enero y julio de 2025, se distribuyeron más de 23 millones de huevos a programas sociales. Sin embargo, el grueso de la población sigue dependiendo del mercado informal o de los puntos de venta privados, cuyos precios se rigen por la oferta y la demanda, sin regulación efectiva del Estado.
Otra barrera clave es la producción nacional de pienso, detenida actualmente por la paralización de una empresa mixta con capital brasileño. Esto obliga a todos los productores a importar cada gramo de alimento, generando demoras insostenibles en una actividad donde el tiempo es crítico. “Las gallinas no esperan”, advierte Parapar.
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