Estados Unidos enfrenta una preocupante reaparición del sarampión, con más de 800 casos confirmados en lo que va del año y brotes activos en al menos diez estados. La mayoría de los contagios se concentran en Texas, donde el virus ha afectado a comunidades con baja cobertura de vacunación.
Texas registra el foco más crítico, con 597 casos reportados en 25 condados. El brote, originado en una comunidad menonita del condado de Gaines, ha provocado dos muertes infantiles y mantiene a decenas de personas hospitalizadas. En Nuevo México, se contabilizan 63 casos y una muerte adulta vinculada al mismo brote texano, según análisis genéticos.
Otros estados con brotes activos incluyen Kansas (37 casos), Oklahoma (12), Ohio (30), Indiana (6), Pensilvania (9) y Michigan (7). Las autoridades de salud temen que el virus se establezca en comunidades con baja inmunización, lo que podría alargar la propagación por meses.
El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa que se transmite por el aire y puede ser grave, especialmente en niños no vacunados. Aunque fue declarado erradicado en Estados Unidos en el año 2000, los recientes brotes evidencian una preocupante caída en las tasas de vacunación, acentuada tras la pandemia y por el aumento de exenciones religiosas y personales.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han identificado hasta el momento 10 brotes (agrupaciones de tres o más casos relacionados), algunos de ellos ligados a viajes internacionales. En 2024 ya se había observado un aumento de casos, incluyendo uno importante en Chicago.
El virus también ha cruzado fronteras. En Canadá, la provincia de Ontario reporta 925 infecciones, mientras que el estado mexicano de Chihuahua registra 433 casos, ambos con posibles vínculos al brote texano.
Las autoridades sanitarias recomiendan enfáticamente la vacunación con la triple vírica (MMR), que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola. Se indica la primera dosis entre los 12 y 15 meses de edad y una segunda entre los 4 y 6 años. En personas adultas, se recomienda revisar su historial de vacunación, especialmente si se vacunaron antes de 1968 con versiones menos eficaces de la vacuna.
El sarampión comienza con síntomas similares a un resfriado (fiebre alta, secreción nasal, tos y ojos irritados), seguidos por un sarpullido que se extiende por todo el cuerpo. En casos graves, puede causar neumonía, ceguera o inflamación cerebral.
Aunque no existe un tratamiento específico, los médicos buscan controlar los síntomas y prevenir complicaciones. La clave, insisten los expertos, está en la prevención mediante la vacunación y la identificación rápida de casos.
La situación actual ha encendido las alarmas de los profesionales de la salud pública, que temen que la falta de inmunidad en sectores específicos del país facilite la permanencia del virus y el resurgimiento de una enfermedad que ya se creía bajo control.
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