La madre de José Gabriel Barrenechea Chávez, periodista independiente y preso político cubano, está muriendo en una cama del hospital "Arnaldo Milián" de Santa Clara. Tiene 84 años, cáncer avanzado, 6 de hemoglobina y la creatinina por encima de 300. Lo único que pide antes de morir es ver a su hijo. Pero el régimen cubano, fiel a su crueldad institucionalizada, se lo impide.
Barrenechea lleva más de cinco meses preso solo por ejercer su derecho a protestar pacíficamente. Salió a manifestarse en su pueblo, Encrucijada, luego de más de 24 horas sin corriente eléctrica. No tiró piedras. No quemó nada. Solo alzó su voz, como ciudadano cansado de la miseria, del abuso y del silencio obligado. Y por eso, por ejercer su libertad de expresión —que no es un delito—, está tras las rejas.
Cubalex ha denunciado que su detención es arbitraria, que se ha violado el debido proceso y que no existen garantías judiciales para su defensa. Mientras tanto, su madre, dependiente de él, vive (y ahora muere) sufriendo el castigo que debería recibir un criminal, no una anciana enferma cuyo único “crimen” fue criar a un hombre con principios.
Este es el rostro más brutal de la represión en Cuba: el castigo colectivo, la crueldad innecesaria, el ensañamiento contra los que se atreven a pensar diferente. ¿Qué clase de sistema político se niega a permitir que una madre vea a su hijo antes de morir? ¿Qué clase de poder tan mezquino teme tanto a una palabra, a una opinión, a una protesta sin violencia?
Es momento de alzar la voz, no solo por Barrenechea, sino por todos los que han sido encarcelados, silenciados o perseguidos por atreverse a soñar con una Cuba distinta. Es también momento para que quienes, desde fuera, animan a la protesta, entiendan que la solidaridad no puede terminar cuando llega el castigo. No se trata solo de aplaudir el coraje, sino de acompañar el dolor y exigir justicia.
¡El tiempo de Barrenechea con su madre se acaba! Aún están a tiempo de no ser tan hijos de puta.
Libertad para José Gabriel Barrenechea Chávez. Ahora.