Cesáreo Navas, escritor y productor de televisión ya retirado, no se muerde la lengua cuando comenta —con precisión y verdad— sobre la dura realidad cubana. Y lo hace, como buen "asere", con la verdad en la mano y el corazón en el pueblo.
¿Qué bolá con "el pan nuestro de cada día"?
"Hace tres días que no llega el pan normado de la mal llamada canasta familiar. Dicen que es por falta de harina, pero el pan sigue apareciendo en los negocios privados… claro, a precios que dan miedo. ¿Entonces, en qué quedamos?
"Un panecito cualquiera, una flautica, te puede costar 200 pesos. Y ahí te pregunto: ¿quién puede pagar eso todos los días? ¿Un jubilado sin remesa? ¿Un trabajador estatal con un salario miserable? ¡No, mi hermano! Así no se puede. El hambre se está instalando en la vida diaria de mucha gente, y los que mandan no dan pie con bola para arreglar esta locura.
"La gordocracia —sí, porque todos están gordos y coloraditos— se hace la de los tres monos sabios: ni ven, ni oyen, ni dicen nada útil. Viven en una Cuba de fantasía, donde las palabras suenan bonito, pero no llenan el estómago. Y mientras tanto, los viejitos y los niños andan con la barriga pegada al espinazo.
"Reuniones por aquí, chequeos por allá, plenos, congresos… ¡y los estómagos, vacíos! En Cuba, el hambre crece y la desnutrición también. ¡Y los que nos piden confianza, resistencia y apoyo están pasados de peso, con la cara como manzana rosada!
"Ya nos quitaron "a los cinco héroes" —sí, los huevos de la canasta— ¿y ahora le toca al pan? ¿Quién sabe? ¡Quizás, quizás, quizás! De esta gente uno puede esperar cualquier cosa. Ya estamos acostumbrados. Pero una cosa es cierta: cada día son menos creíbles, menos confiables.
"¡Coño!, lo tengo que decir sin pelos en la lengua: ¡SOBRAN! ¡ESTÁN DEMÁS!"
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