La dictadura castrista vuelve a aferrarse a su discurso oficial y niega categóricamente la participación de ciudadanos cubanos como mercenarios en la guerra de Ucrania, pese a la abrumadora evidencia y los testimonios de los propios implicados.
En un comunicado emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores, la dictadura calificó de “calumniosas” las acusaciones de Estados Unidos sobre el reclutamiento de cubanos para apoyar a las tropas rusas.
Según el ministro Bruno Rodríguez Parrilla, Cuba “no forma parte del conflicto armado en Ucrania ni en ningún otro país”, y asegura que las autoridades de la Isla “no tienen vínculo alguno con los reclutadores ni conocimiento sobre cubanos que, por decisión propia, hayan participado en esa guerra”. Sin embargo, la realidad parece contradecir estas afirmaciones.
Diversas investigaciones internacionales y videos difundidos en redes sociales han documentado el proceso de captación de jóvenes cubanos para ser enviados a Rusia bajo falsas promesas. Muchos son contactados a través de internet con ofertas de empleo, entrenamiento militar o incluso la posibilidad de obtener la ciudadanía rusa. Una vez en territorio ruso, son obligados a enrolarse en unidades militares y enviados directamente al frente de batalla en Ucrania.
Fuentes independientes estiman que más de 7.000 cubanos podrían haber sido reclutados, y cerca de 300 habrían muerto en combate. Las autoridades ucranianas han capturado a varios de ellos, quienes han declarado públicamente cómo fueron engañados y obligados a luchar.
Pese a estas pruebas, el régimen de La Habana insiste en proyectar una imagen de neutralidad. En su declaración, el gobierno ratificó su supuesta postura “en contra del mercenarismo y la trata de personas”, advirtiendo que cualquier ciudadano cubano implicado en conflictos extranjeros podría ser procesado penalmente bajo las leyes nacionales.
Esta contradicción entre el discurso oficial y la evidencia difundida ha generado indignación en las redes, donde muchos cubanos acusan al régimen de intentar encubrir un negocio oscuro entre La Habana y Moscú. Mientras tanto, familias en la Isla siguen recibiendo noticias desgarradoras de sus hijos que partieron con la esperanza de mejorar su vida y terminaron en un campo de guerra ajeno.
“Niegan lo que el mundo entero ve”, escribió un usuario indignado en X.
El silencio oficial, una vez más, dice más que mil palabras.
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