La madrugada del domingo se tiñó de horror en la isla de Santa Helena, Carolina del Sur, cuando un tiroteo en el bar Willie's Bar and Grill dejó al menos cuatro fallecidos y unas veinte personas heridas.
Según las autoridades locales, cuatro de los heridos se encuentran en estado crítico y fueron trasladados de urgencia a hospitales cercanos. Hasta ahora, no se han revelado las identidades de las víctimas fatales, mientras la comunidad local permanece en estado de shock y tristeza.
El sheriff del condado de Beaufort informó que cientos de personas se encontraban en el bar cuando comenzó la balacera.
En medio del pánico, varias personas corrieron hacia locales y casas cercanas buscando refugio, mientras otras quedaron atrapadas en medio de la confusión y el miedo. Testigos describen escenas desgarradoras: gritos, desesperación y la impotencia de ver cómo la violencia irrumpía en un lugar de ocio y diversión.
Las autoridades ya están investigando a una "persona de interés" que podría estar relacionada con el tiroteo, aunque no se han ofrecido más detalles sobre su identidad ni su paradero. La investigación continúa abierta, mientras la población local clama por respuestas y por medidas que eviten que tragedias como esta se repitan.
Este hecho se suma a una escalada preocupante de la violencia con armas de fuego en Estados Unidos. De acuerdo con Gun Violence Archive, solo en lo que va de 2025 se han registrado más de 300 tiroteos masivos, definidos como aquellos incidentes en los que al menos cuatro personas resultan heridas, sin contar al atacante.
La frecuencia de estos eventos genera alarma nacional, destacando la necesidad de debatir y reforzar las políticas de control de armas.
La tragedia en Carolina del Sur no solo deja un saldo de vidas truncadas, sino también un profundo trauma en la comunidad. Amigos y familiares de las víctimas se enfrentan al dolor de la pérdida y la incertidumbre, mientras los sobrevivientes lidian con secuelas físicas y psicológicas. Las imágenes de las calles desiertas tras el tiroteo, con policías acordonando la zona y ambulancias llevando a los heridos, reflejan el miedo que se apoderó de la isla.
Mientras las investigaciones continúan, la sociedad estadounidense se ve nuevamente confrontada con la realidad de que la violencia armada puede irrumpir en cualquier lugar, incluso en un simple bar donde la gente buscaba pasar un momento de ocio. Este trágico evento sirve como un recordatorio doloroso de la fragilidad de la vida y de la urgente necesidad de soluciones para frenar esta ola de violencia que parece imparable.
Fuente: El Español
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