En un contexto de declive sostenido del turismo y una capital golpeada por apagones, basura y deterioro, el Gobierno cubano busca convertir el Barrio Chino de La Habana en “una alternativa sólida para el turismo urbano”, con el foco puesto en atraer visitantes del país asiático, según difundió el portal oficialista Cubadebate. La apuesta forma parte de la estrategia para reanimar una industria que no logra recomponerse.
Lisandra Torres, decana de la Facultad de Turismo de la Universidad de La Habana, aseguró que el proyecto pretende “aprovechar los recursos patrimoniales y culturales con los que cuenta el enclave”. Detalló que un equipo de trabajo elabora un inventario de elementos materiales e inmateriales “con el propósito fundamental de convertirlos en productos turísticos atractivos”.
Completado ese inventario, añadió, el siguiente paso será diseñar experiencias específicas para diversificar la oferta local y captar tanto al público nacional como extranjero, con énfasis en los visitantes chinos: “la posibilidad de incluir rutas históricas, clases temáticas, experiencias gastronómicas, bailes tradicionales y ceremonias del té”.
La ofensiva ocurre tras el memorando de entendimiento firmado en mayo en FitCuba 2025 para estrechar la colaboración turística con China, y medidas como la exención de visado para ciudadanos chinos con pasaporte ordinario. La parte china reportó un crecimiento del 48,6% de viajeros en 2024, impulsado también por la reanudación del vuelo directo Beijing–La Habana de Air China; aun así, China no figura entre los principales mercados emisores hacia Cuba.
En paralelo, el Ejecutivo anunció la intención de crear rutas combinadas y prometió mejoras de infraestructura para atender mejor a visitantes asiáticos. El presidente de la Academia de Turismo de China, Dai Bin, sostuvo que “la cooperación económico-comercial y los intercambios humanísticos entre la nación asiática y Cuba avanzan con paso firme hacia horizontes prometedores”.
Durante la apertura de FitCuba 2025, el primer ministro Manuel Marrero Cruz habló de una “reforma estructural” para rescatar la industria turística: incentivos a la inversión extranjera, eliminación de la tasa sanitaria para viajeros y zonas económicas especiales orientadas al turismo. Sin embargo, los indicadores no acompañan: en el primer semestre de 2025 la ocupación hotelera cayó casi siete puntos porcentuales interanuales y los arribos por vía aérea retrocedieron alrededor del 20%. En ese escenario, el remozado del Barrio Chino emerge como un piloto de turismo urbano al que La Habana pretende aferrarse para recobrar tracción.
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