Las autoridades cubanas han reportado la incautación de más de una tonelada de drogas en 2024, presentando estos resultados como un éxito en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, el creciente número de intentos de tráfico sugiere que los grupos criminales han identificado vulnerabilidades en el sistema de control de la isla, convirtiéndola en un nuevo mercado para sus operaciones. Mientras el régimen destina grandes recursos a vigilar y reprimir a la disidencia pacífica, el narcotráfico continúa afianzándose con rutas cada vez más sofisticadas.
Según cifras oficiales del Ministerio del Interior, durante el año se frustraron 133 hechos de recalo en las costas, 28 intentos de introducir drogas por la frontera aérea y 151 operaciones de tráfico interprovincial. En total, 1 051 kilogramos de drogas fueron incautados en Cuba, con una predominancia de cocaína, marihuana, metanfetamina y cannabinoides sintéticos. Pese a estos decomisos, el creciente uso del territorio cubano para el tráfico ilícito demuestra que las redes criminales han encontrado fisuras en los controles fronterizos y han expandido sus operaciones dentro del país.
El canal marítimo sigue siendo el más utilizado por los narcotraficantes, con 844 kilogramos de droga incautada en 133 eventos de recalo. La mayoría de estos alijos contenían cocaína, lo que evidencia la creciente importancia de la isla dentro de las rutas del tráfico internacional de esta sustancia. Además, se detectaron operaciones con lanchas rápidas provenientes de Estados Unidos, México, República Dominicana y Jamaica, lo que subraya el papel de Cuba como punto de transbordo en la región.
El tráfico aéreo también ha incrementado su incidencia, con extranjeros y cubanos radicados en el exterior intentando introducir drogas en el país mediante pasajeros, cargas y envíos postales. En este sentido, las autoridades informaron la detención de 94 personas y la incautación de más de 90 kilogramos de droga en aeropuertos cubanos. Particularmente preocupante es la llegada de metanfetamina y cannabinoides sintéticos desde Estados Unidos, lo que indica la diversificación de sustancias ilícitas en el mercado cubano.
Además del tráfico transnacional, el mercado interno de drogas ha experimentado un auge, con 157 operaciones de tráfico interprovincial desarticuladas y 267 personas detenidas. La Habana, Camagüey, Holguín, Granma y Santiago de Cuba destacan como las provincias con mayor incidencia, lo que sugiere que el narcotráfico está penetrando cada vez más en la vida cotidiana de los cubanos. También se han detectado cultivos ilegales de marihuana en varias regiones del país, con más de 49 000 plantas y 207 000 semillas incautadas, una cifra que evidencia la expansión de la producción local de estupefacientes.
Pese a la gravedad de estos hechos, el régimen cubano sigue destinando importantes recursos a la represión de la oposición pacífica en lugar de reforzar los mecanismos de control contra el narcotráfico. La vigilancia y persecución de activistas y periodistas independientes absorbe fondos y personal que podrían utilizarse para fortalecer la seguridad fronteriza, mejorar la capacitación de los cuerpos policiales y modernizar la tecnología de detección de drogas.
Mientras el gobierno insiste en su política de "tolerancia cero", los narcotraficantes continúan adaptándose y explotando las debilidades del sistema. Si las autoridades no redirigen sus esfuerzos hacia un combate real contra este flagelo, Cuba corre el riesgo de convertirse en un punto clave del tráfico de drogas en la región, con consecuencias devastadoras para su población.
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