Durante su testimonio en el juicio por la muerte de Diego Maradona, su hija mayor, Dalma, brindó desgarradores detalles sobre las condiciones en las que su padre pasó sus últimos días y aseguró que ella y sus hermanos fueron engañados por el equipo médico que lo atendía.
Dalma fue la primera de los hijos del astro en declarar ante el tribunal que investiga la responsabilidad penal de siete profesionales de la salud acusados de homicidio simple con dolo eventual, un delito que prevé hasta 25 años de prisión.
La mujer afirmó que la internación domiciliaria a la que fue sometido Maradona no cumplía con las condiciones mínimas prometidas. “Nos prometieron una atención de 24 horas, con enfermeros, acompañantes terapéuticos y una ambulancia en la puerta. Nada de eso sucedió”, lamentó. “Nos hicieron creer que era la mejor opción, pero fue un engaño cruel”.
Maradona falleció el 25 de noviembre de 2020, a los 60 años, a causa de un paro cardíaco mientras se recuperaba en una casa alquilada en Tigre tras una cirugía por un hematoma en la cabeza. Según Dalma, el lugar no era apto para una internación de ese tipo. “Era espantoso. Había olor a orina, la cama era un desastre, con un inodoro portátil en la habitación. Todo estaba sucio. Era indigno”.
Visiblemente afectada, recordó que vio a su padre con vida por última vez en la clínica donde fue operado. En los días posteriores no pudo visitarlo por decisión del psicólogo Carlos Díaz, uno de los imputados. “La próxima vez que lo vi, ya estaba muerto. Estaba muy hinchado, lo abracé pensando que iba a despertar”, relató.
La autopsia reveló que Maradona sufrió un edema agudo de pulmón producto de una insuficiencia cardíaca. Peritos aseguraron que los síntomas que presentaba eran visibles y que los profesionales a cargo debieron haber actuado para evitar el desenlace.
Dalma también apuntó contra el abogado Matías Morla, quien manejaba los asuntos personales y comerciales del ídolo. Según su testimonio, Morla controlaba el entorno de Maradona y limitaba el acceso de sus hijas a él. “Desde que nos negamos a un trato económico que nos propuso, fue muy difícil comunicarnos con papá”, aseguró.
Al finalizar, Dalma expresó el dolor que aún la acompaña: “Lo extraño todos los días. Lo que más me duele es pensar que si los médicos hubieran hecho su trabajo, mi papá estaría vivo. Me pesa no haber sabido lo que pasaba. Si lo hubiera sabido, habría actuado diferente”.
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